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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Células madre

Estamos de acuerdo en que la biología es una ciencia que no debe ser origen de controversias políticas, pero se da el caso en la actualidad que los estudios embrionarios han derivado en enfrentamientos jurídicos sin contemplaciones, en debates entre instituciones y en diferencias entre culturas que, en ningún caso, han analizado con detenimiento y en su justa medida lo que conlleva la investigación con células madre.

Para los no entendidos, las células madre tienen capacidad de generar nuevos tejidos y órganos sirviendo, por tanto, en un futuro para la cura de enfermedades degenerativas como el parkinson, alzheimer, diabetes, entre otras.

Se obtienen de embriones humanos generados para las fecundaciones in vitro y aquéllos que no son aprovechados para la función reproductora son los indicados para el trabajo de los investigadores. Es ahí donde se marcan las diferencias políticas entre quienes se posicionan en contra del uso de estos embriones y quienes aceptan destinarlos a la investigación y el avance en medicina.

Lo cierto es que el estudio con células madre se ha convertido en una de las áreas estratégicas de la ciencia internacional, y hoy ya hay científicos que pueden trabajar con líneas celulares en Reino Unido, Bélgica o Singapur. Como contrapunto, lejos de suponer un campo de trabajo científico que abre las puertas a la esperanza de miles de enfermos, en nuestra sociedad la utilización de estos embriones se ha judicializado de manera considerable.

La polémica, por tanto, está servida, tal y como ocurriese en etapas anteriores al mandato del PP con la ley del divorcio y la del aborto, cuando sólo existían la Rota y los viajes clandestinos a Inglaterra para la interrupción de los embarazos no deseados. Entonces muchos ciudadanos, cualquiera que fuese su signo político, aprovecharon aquellos recursos a su alcance para poner solución a problemas que suponían un callejón sin salida.

En el caso que nos ocupa, el estudio con células madre, tenemos que recurrir al sentido común y apartar las preferencias y simpatías políticas para priorizar el beneficio médico y la calidad de vida de nuestros familiares, amigos y vecinos enfermos.

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No me cabe la menor duda de que, rigurosos con la bioética, los científicos consideran permanentemente los aspectos éticos y morales durante los procesos de investigación tecnológica. Al tiempo que no alcanzo a entender que la investigación sobre líneas celulares se tenga que discutir en el Tribunal Constitucional.

Algo falla en nuestra sociedad. Los ciudadanos afectados, estupefactos, sea cual sea su signo político, acuden a un absurdo y comprueban cómo la solución a sus problemas irreversibles de salud se demora por la incomprensión de algunos políticos que confieren más importancia a la discusión y la zancadilla al adversario que a formar parte en una comisión que, de forma seria y de una vez por todas, saque adelante una ley al respecto.

¿Qué tipo de asesoramiento tienen algunos políticos para cerrarse a una lógica tan aplastante? Seamos razonables, tengamos fe en los investigadores y tomemos parte, de manera conjunta, en este paso de gigante que supone la experimentación con células madre, consecuencia de un progreso implacable que nos depara infinitos beneficios y que llama tan contundente a nuestra puerta.

Así ocurre en el Reino Unido y Bélgica, donde se han solidarizado con los que padecen y sueñan con un mundo mejor, con una solución real al alcance de la mano y sin abandonar los aspectos bioéticos y el respeto a la religión.

Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, también han dado comienzo los estudios biocelulares, en otra etapa de la embrionogénesis: la inicial o fase de nola (más de una decena de células) denominada Partenogénesis. Ojalá que ambas técnicas sirven de algo para la humanidad.

Hemos comenzado una etapa apasionante y sin retorno en el mundo de la investigación. Que sirva como ejemplo y que, lo que hicimos los andaluces, se propague al resto de nuestras comunidades, con la rectificación del Gobierno central. España y la humanidad se lo merecen.

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