Fernán-Gómez narra la vida de los cómicos en 'El tiempo de los trenes'

Pedigrí teatral por los cuatro costados. Nació en una gira de la compañía de teatro María Guerrero y sus "recuerdos de recuerdos" le han servido para escribir El tiempo de los trenes. En esta "especie de novela hecha sobre recuerdos y sin añoranza", el veterano actor Fernando Fernán-Gómez (Lima, 1921) evoca el mundo de los cómicos desde los años veinte hasta comienzos de la posguerra.

"Enrique Jardiel tenía tal miedo escénico que se quedaba pálido y se daba unos toques de rouge en las mejillas al salir a saludar porque decía que el público se crecía si le veía pálido. Según los médicos, este miedo puede producir dolencias graves de corazón y esto no ocurre con los libros", explicó ayer Fernando Fernán-Gómez. Ni rastro de esta palidez mostró el actor en la presentación a la prensa de su último libro, El tiempo de los trenes (Espasa).

"La literatura me da mayor placer que actuar, por la soledad y por estar menos supeditado al imperio del tiempo", aseguró con voz grave y firme porte el premio Nacional de Teatro en 1985, autor entre otras obras de El viaje a ninguna parte, Las bicicletas son para el verano o El vendedor de naranjas. "Cuando uno actúa aunque sienta que lo está haciendo mal tiene que seguir. En la escritura esto no es costumbre", bromeó.

Actor, director, guionista, dramaturgo, escritor y académico de la Lengua, Fernán-Gómez recupera en El tiempo de los trenes historias de su infancia a través de la voz de Andrés Valles, un niño hijo de actores que viaja en tren con la compañía teatral de sus padres encaramado a la redecilla de los equipajes.

Empresarios de pared, tertulias de actores en la calle Sevilla, compañías de alta comedia, galanes, pasiones, comparsas, caricatos, baúles y desamores desfilan por esta novela en la que ha intentado "ser neutral y escapar de la nostalgia". Como trasfondo queda la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y la Guerra Civil. "No es un homenaje al actor, hablo acerca de mi profesión, de la de mi madre. Son los recuerdos de recuerdos" explicó.

Teatral no sólo en su fondo, también en su forma, "esta especie de novela", como la define su autor, está estructurada en tres actos y veinte cuadros, sin índice y con una lista de personajes que precede a la historia. "He intentado que fuera un ejercicio de sencillez para ver si se podía hacer una novela que no tuviera trama, como una serie de imágenes; una obra más fotográfica. Es un pequeño experimento de desnovelización", asegura. Diálogo teatral, novela o diario; los estilos se alternan en las páginas de este libro en el que se propuso "que no hubiera unidad sino diversidad".

En pleno rodaje de la película Para que no me olvides y en vísperas del estreno en el Teatro María Guerrero de Morir cuerdo y vivir loco, -el montaje teatral sobre El Quijote que ha escrito y dirigido-, asegura Fernán-Gómez que no tiene proyectos para este año. Dice que en este "tiempo de los automóviles no se ha perdido nada esencial en la convivencia y sigue habiendo la inseguridad respecto del futuro, consustancial a la profesión de los cómicos".