La feria de las cámaras digitales
El público, que este año ha aumentado un 10%, se transforma en cronista del arte
Hace unos años, los artistas performer Eve y Adele paseaban sus calvas por Arco buscando que los visitantes les retrataran y esparcieran así su imagen por todo el mundo. Este año su obra puede verse en las galerías Asbaek y Forsblom, pero al no asistir personalmente se han perdido la oportunidad de ser retratados miles de veces. Ha sido el Arco de las cámaras digitales, que han proliferado hasta el punto de que algunos visitantes parecen ya una caricatura de los turistas que en lugar de mirar hacen la foto. Hay gente que incluso las hace con el móvil y las envía al momento a sus conocidos. Los artistas, lógicamente, fueron los primeros en experimentar con las nuevas técnicas digitales de reproducción de imagen, pero a medida que se han abaratado los costes se ha democratizado su uso. Tal vez sea esto lo que explica el porqué este año en la feria hay tanta abundancia de obras que "suenan" de otros años, aunque la autoría sea distinta a la original.
Los coleccionistas ya han huido, y los galeristas empiezan a poner cara de cansancio ante la avalancha de gente
En el campeonato de las piezas más fotografiadas tienen una posición relevante las esculturas hiperrealistas de Evan Penny en la galería canadiense Artcore/Fabrice Marcolini Gallery, que ha vendido las existencias de este artista y ha tenido en todo momento su expositor prácticamente lleno ante la abundancia de paparazzi improvisados que no cesaban de fotografiar sus bustos realistas con efectos ópticos. El realismo, a veces exacerbado, ha sido una de las líneas dominantes en las esculturas presentadas en la feria, y un gancho para las digitales, que recogen hasta los anti-cuadros, como las piezas de Ana Vieira, vistas sólo a través de espejos. La galería más asediada es la Marlborough, y su directora, María Porto (novia del ministro Cascos), pidió a la dirección de Ifema control a los medios.
Los vídeos también están teniendo éxito. El que presenta Carles Congost en la galería Luis Adelantado, en el pasillo exterior, dura 17 minutos, pero son muchos los que se sientan directamente en el suelo para seguir esta historia de cómo un futbolista "sale del armario" en clave musical e irónica. Se titula Un Mystique Determinado, y la última de las cinco copias que le quedan ya al galerista cuesta 20.000 euros.
El sentido del humor es otro de los ganchos que atrapan al público en la feria, sobre todo cuando se dedican a criticar el propio arte. Son estrategias que, sin embargo, no impiden que otras piezas más delicadas puedan atrapar también la atención del visitante. La instalación óptica de la estadounidense Julianne Swartz, en la galería neoyorquina Mixed Greens, es compleja pero también sutil, como las otras piezas de esta artista que igual retrata pompas de jabón como trabaja con imanes para suspender en el aire un fino cordel. Igualmente poética es la proyección con silueta de plástico de Amparo Sard en la galería mallorquina Ferrán Cano o las pequeñas esculturas de luz de Santiago Mayo en la galería madrileña Magda Belloti. Fabrizio Corneli, en la japonesa Mssohkan, sólo necesita una lámpara halógena y unas siluetas en la pared o móviles para crear. De piezas poéticas y sutiles hay muchas en la feria, como la Roulette Russe de Rebecca Horn en la Galerie de France o el cuadro en movimiento de Tinguely, Oeuf soliloque (1958), en la galería suiza Ziegler, pero ayer no era el mejor día para apreciarlo.
Según estimaciones de la dirección de la feria, tanto el jueves por la tarde como durante todo el día del viernes se notó un aumento de entre el 10 y el 12% en la afluencia de público. Los coleccionistas (Arco tiene un fichero con 1.200 españoles y 200 extranjeros) en su mayoría ya han huido y los galeristas empiezan a poner cara de cansancio o incluso de fastidio ante la avalancha de gente que mira, no pregunta y este año, encima, no para de fotografiar sus obras. Algunos no entienden que con lo caras que son las entradas (23 euros la normal y 16 los estudiantes) la afluencia de gente sea tan masiva, y consideran que hay un exceso de invitaciones. De hecho, entre las que distribuyen las galerías y las de cortesía se distribuyen 72.500 invitaciones, a las que hay que sumar las 40.000 que se reparten para la inauguración. Es decir, que si el año pasado visitaron la feria 199.000 personas, poco más de la mitad no pagaron.
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