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Pasarela Cibeles abre con una decepcionante jornada dedicada a los nuevos diseñadores

Antonio Alvarado regresa con una colección que recupera su humor y su vertiente práctica

Un primer día que debía contener las esperanzas blancas se convirtió en un catálogo de despropósitos formales del que se salvó en primer grado y únicamente la buena cabeza de David Delfín. Si éstos son los diseñadores del relevo, el horizonte se muestra tan oscuro como el negro en todas sus variantes que imperó dentro de una iluminación casi siempre negativa, unos acompañamientos musicales torturantes y unos recursos miméticos que desbordan el análisis. Cerró la jornada Antonio Alvarado, fuera de concurso, y mostrando sus inveterados acentos de humor.

Una misma silueta persiguió implacable el largo día. ¿Qué respuesta quieren encontrar en la clientela?

Probablemente, esta nueva hornada (que no generación) de nuevos creadores de moda necesite una cura urgente de humildad. Se salva David Delfín, que, sin haber hecho el mejor de sus desfiles, se mostró ayer consecuente consigo mismo y al menos sin extravagancias gratuitas. En los otros (José Miró, John de Maya, Juanjo Oliva, Ion Fiz y sobre todo Roberto Diz, y en menor grado Jorge Gómez y Jorge Vázquez) siempre estuvo presente, por exceso o por defecto, el aburrimiento, el deseo de ser contundente desde lo teatral, lo que a veces tiene consecuencias nefastas para el producto, porque estamos hablando exactamente de ropa susceptible de ser producida en serie.

Ampulosidad, egocentrismo, empezar la casa desde el tejado, soñar que sus biografías pueden volverse las de Marc Jacobs o Tom Ford; todo en una aparente contaminación entre ellos que no es más real que el hecho de compartir referencias y mitomanías. Así, una misma silueta persiguió implacable el largo día (grandes volúmenes axiales, leggins entonados, tacones de 12 centímetros o más, superficies lustrosas junto a texturas, el negro a todas horas, un desinterés olímpico por la climatología), lo que hacía preguntarse: ¿dónde está el mercado y la realidad de la moda del prêt-à-porter terrenal y viable? ¿Qué respuesta quieren encontrar estos creadores en la clientela? ¿Qué han hecho de su experiencia en otras casas y junto a nombres solventes?

Delfín jamás pensó que su ensayo de hace dos temporadas iba a traer tal cola, como un cometa candente que quema al mensajero, y que en el fondo es frío como el hielo, y su colección en este Cibeles fue la más correcta, con una asombrosa coincidencia de dibujo con la de Alejandro Sáez de la Torre (Por Fin!) en el último Gaudí y sus trampantojos, además de un recuerdo a Halston con ese jersey que sólo existe a medias y se anuda a la cintura, parasita en la prenda base y se hace óptica presencia. Cuerpo extraño (así la tituló Delfín) tuvo esmerada confección y detalles en su estrecha gama gris-blanco-negro, con raya diplomática en plata, trajes pantalón muy masculinos que endurecen a la mujer. Su punto sigue funcionando en economía de líneas y originalidad gráfica.

La desilusión empezó con José Miró, el mallorquín que había deslumbrado en la pasada edición, dando esta vez un giro de 180 grados a su estilo, factura y e intenciones. El resultado es de aire sideral (piénsese en Dune con algo de Montana) a través de metalizados. Su calzado fue de pésima calidad. John de Maya vive en Berlín y es de ascendencia murciana. Su teoría es el negro contra el negro con oro, níquel o falso charol, minivestidos de encaje y mitones de strass con lecturas que quieren ser dramáticas e irónicas, pero sin garra. Juanjo Oliva, que trabajó tres años con Sybilla, persigue una elegancia de postal retro poco práctica; sus looks neoyorquinos citan literalmente de nuevo a Halston (cruces de anudado) y lo evoca en el twin set hasta los pies.

Ion Fiz (premio al mejor diseñador joven), en negro y sangre de toro, deliró con bañadores de plástico. Fue mucho mejor su moda para hombre, y de la mujer apenas alguna pieza muy inspirada, como la miniesclavina con remate de plumas rojas y la serie militar en verde oliva. Roberto Diz montó una absurda performance que pretendió ser trágica en su destape sadomasoquista y se quedó en ridícula. Jorge Gómez y Jorge Vázquez hicieron sendos desfiles mixtos. Los hombres de Gómez, vestidos con un algodón veraniego, no salvaron una colección aburrida con pretensiones de sastrería. Para rizar el rizo: una camiseta con la ikurriña, una falda roja y gualda y tres trajes que al unirse hacían la bandera republicana: otra vez la persecución del espectáculo con tufo oportunista. Jorge Vázquez modeló unos estándares masculinos y evolucionó más aceleradamente en la mujer, con un gusto por la lana blanca y la costosa tela de grandes flores de mantón bordadas. Poca imaginación para tales recursos.

Antonio Alvarado cerró el día con un aire conservador y poco colorista, buenos abrigos negros y los detalles de humor que le hicieron antaño estilo y figura. Un regreso a tener en cuenta de cara al incierto futuro.

Tres modelos de David Delfín
Tres modelos de David DelfínBERNARDO PÉREZ
Un modelo de José Miró
Un modelo de José MiróBERNARDO PÉREZ

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