"García Márquez se cree por encima del bien y del mal"
Ángel Esteban (Zaragoza, 1963) tiene los ojos tan hundidos que parece que se hubieran ido al fondo hartos de bucear entre libros. Este profesor de Filología de Granada acaba de publicar, junto a su alumna Stéphanie Panichelli, Gabo y Fidel. El paisaje de una amistad (Espasa). Afirma que "García Márquez se siente por encima del bien y del mal"
Pregunta. Dice usted que a García Márquez le atrae el poder por el poder.
Respuesta. Eso es algo que él no oculta. Él ha dicho que le fascina el poder y eso se ve en su obra, no hay que escarbar en su vida. El otoño del patriarca, El general en su laberinto, El coronel no tiene quien le escriba, entre otros, hablan de gente poderosa que tiene esa sensación frustrante de haber perdido el poder.
"Gabo nunca romperá con Castro porque valora la amistad más que nada"
P. Una cosa es una obsesión literaria y otra es que sea personal.
R. Cierto, pero Gabo se ha pasado la vida buscando personajes poderosos, Castro, Felipe González, Miterrand, Olof Palme... Tiene una fascinación clarísima por el poder, por ejercerlo de algún modo, controlando y relacionándose con quienes lo ejercen.
P. Pero sin entrar en él, sin meterse en política.
R. García Márquez no quiere quemarse con el poder. Quiere pasar por el poder sin heridas. No quiere sufrir las consecuencias, pero sí estar ahí cuando se deciden las cosas e influir en las decisiones.
P. Su relación con Castro sí le ha abierto heridas.
R. Ahora es distinto. Lo suyo con Castro es una amistad personal. Fidel Castro ya no es el poderoso. Está mayor, no tiene apoyos fuera de Cuba y cada vez tiene más oposición en Cuba.
P. ¿Cuándo cambia esa relación del interés a la amistad?
R. Hacia mitad de los setenta. Hasta ese momento, García Márquez quiere entrar en la órbita de Castro y no lo consigue. Busca y remueve, pero no consigue tener una relación con Castro. A mitad de los setenta, él empieza a mojarse con artículos hagiográficos sobre Fidel, dice que Cuba es el paraíso terrenal, y consigue una amistad.
P. ¿Sólo eso explica que la evolución ideológica de García Márquez sea contraria a la de la humanidad? Él no era comunista en los sesenta y sí lo es ahora.
R. Él ha ido al revés. Era un comunista que no encontraba su asiento. Era de izquierdas, de un marxismo populista, latinoamericano, poco definido, pero nunca militó en ningún partido. Cortázar o Vargas Llosa entraron rápidamente en la órbita de la revolución cubana, pero no él. Cuando muchos de estos escritores se separan de Cuba, él ya es amigo de Castro. Y Gabo no distingue la política cubana de su relación con Castro.
P. ¿Nunca dirá "hasta aquí he llegado", como Saramago?
R. Nunca. Porque sería enemistarse con su mejor amigo. Gabo dice que Fidel no tiene amigos, porque toda persona que está muy arriba en el poder no tiene amigos. Sólo le tiene a él. Y Gabo valora la amistad más que nada en el mundo.
P. El libro es muy duro con García Márquez. Da la impresión de que era un joven trepa y que ahora está endiosado.
R. Quisimos no opinar demasiado, porque la relación con Fidel y sus inconsistencias están muy claras. Sólo hay una opinión en el libro, que es la que doy cuando Gabo miente sobre las torturas. Yo he conocido a muchos torturados en Cuba. Y lo sabe todo el mundo. Él dijo: "Si hubiera torturas en Cuba yo no volvería nunca más". No se sostiene.
P. Gabo dice que no se puede separar su vida de su obra.
R. Hay que hacerlo. La obra es maravillosa y es uno de los mejores escritores de todos los tiempos. Yo lo admiro como el que más. Lo he leído, lo he estudiado y estoy preparando una edición crítica sobre algunas de sus obras.
P. Puede verse arrastrada la percepción de su obra con la de su ideología.
R. No creo. Como no sufrió el prestigio literario de Borges, que tenía unas ideas políticas políticamente incorrectas, sobre todo por su comida con Pinochet. Y su prestigio literario no hizo más que crecer. En vida y después de muerto. Es un caso similar. Gabo tiene un gran prestigio literario y político. El político era enorme en los setenta, cuando la revolución cubana tenía muchos apoyos, decayó en los ochenta y noventa y a partir del año 2000 no hay quien lo entienda. Pero eso no va a repercutir negativamente en su prestigio literario.
P. ¿Por qué García Márquez no habla en el libro?
R. Porque no consintió. Es cierto que cuando lo intentamos, en 1999 y 2000, por todas las vías, él estaba en un mal momento con el cáncer. Tiene cáncer desde 1999, y se trata en California, no como Maradona, que se cura en La Habana. Estaba mal con el cáncer, pero creo que no es un tema del que le guste hablar. Castro tampoco quiso hablar. El tercero que no quiso hablar fue Felipe González. Él sabrá por qué le es incómodo el tema. Nunca me dijo que no, sino que durante año y medio me dio largas.
P. ¿No puede ser que todas las contradicciones de García Márquez sean la máscara de un personaje? ¿Qué le de igual decir una cosa que otra en las entrevistas?
R. Puede ser. A él le da igual todo y contesta lo que le apetece. Es parte de su pose como divo, que puede decir lo que le da la gana. Ésta por encima del bien y del mal y se siente así.
P. Él defiende su apoyo a Castro porque ha conseguido la liberación de presos.
R. Hombre, no es excusa. Susan Sontag le criticó por la falta de compromiso político después de que Castro ejecutara a tres balseros. García Márquez se la quitó de en medio con un "yo he ayudado a mucha gente a salir de las cárceles cubanas". No es una contestación.
P. Cuenta que García Márquez escribió un libro de 700 páginas sobre las tretas de los cubanos para evitar la pobreza y que nunca ha publicado.
R. No lo ha publicado porque Fidel le ha dicho que no lo haga. Hizo un gran libro como crítica al capitalismo estadounidense y al embargo. Quería mostrar cómo eso afectaba al pueblo y cómo la gente lo superaba, pintándose las medias con un rotulador... Pero Fidel le convenció de que podía ser utilizado contra Cuba. Porque es un documento de la miseria. Y un documento exhaustivo, hecho a pie de calle.
P. ¿Es usted derechas?
R. Yo me considero de izquierdas, pero no marxista. Alguien puede pensar que es un libro producto de una derecha recalcitrante, pero no esa así.
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