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Gargallo revela su liberación de lo innecesario en 126 esculturas

El IVAM repasa la trayectoria del artista desde sus últimos hierros

Ferran Bono

Pablo Gargallo (Maella, Zaragoza, 1881- Reus, 1934) buscaba "liberar la escultura de todo aquello (el volumen, la masa, la materia) que no es necesario". Prueba de ello son las 126 esculturas, además de 50 dibujos, joyas y cartones, que componen la mayor exposición realizada en España sobre el artista aragonés, añadió ayer el comisario de la misma, Rafael Ordóñez, antes de la inauguración en el IVAM.

La incorporación del vacío como elemento compositivo fue la principal innovación que aportó Gargallo a la escultura contemporánea. Ordóñez ilustra su explicación señalando la obra que representa el rostro de Kiki de Montparnase, modelo de artistas como Man Ray, que la inmortalizó en una popular fotografía. Los rasgos se han reducido a la mínima expresión. Un ojo, media boca... el espectador debe completar el resto de la escultura de plomo. El proceso llega a sus últimas consecuencias en la obra inspirada en una imagen de la época de Greta Garbo, por ejemplo: ya no aparece ni el fondo de la cabeza.

La antológica, que se puede ver hasta el 2 de mayo en el IVAM, ofrece un recorrido por todas las facetas del escultor, que simultaneó el trabajo clasicista con la investigación del material y el lenguaje. Sorprende, precisamente, que en la primera sala que abre el recorrido, dedicada a la obra en hierro, junto a esculturas modernas tan conocidas como El

profeta, se han instalado otras de apariencia muy clásica. "Si se mira con detenimiento se comprueba que su concepción es muy moderna, con una gran depuración del lenguaje", apunta el comisario.

Patrocinada por Bancaixa y coproducida por el Ayuntamiento de Biarritz, la muestra continúa repasando las épocas del artista en orden cronológico inverso. Así, de los hierros de sus últimos años, a los que corresponden magníficas obras como Gran bailarina o Gran

arlequín, se pasa al cobre de las cabezas cóncavas de los años veinte; sus piezas de plomo, sus cobres convexos, sus máscaras, y, finalmente, sus piezas iniciáticas de años de formación. Entre las esculturas se exhiben los cartones que servían de probaturas y el medio centenar de dibujos.

"Mi padre trabajaba como un obrero. Entraba en el estudio a las ocho de la mañana y salía a las ocho de la noche, con la sola interrupción de la comida", recordaba la hija de Gargallo, Pierrette. Dijo que hacía tiempo que confiaba en que el IVAM dedicase una gran exposición a su progenitor y destacó la diversificación de la exposición.

El director del instituto valenciano, Kosme de Barañano, señaló también que se trata de la exposición más completa presentada en España y recordó los inicios del escultor en Barcelona, en la tertulia de Els Quatre Gats, o su amistad con Picasso, Julio González y otros artistas vanguardistas del París del primer tercio del siglo XX. Las obras proceden de museos como el Pompidou o el de Zaragoza, además de colecciones privadas.

Una de las esculturas de Gargallo en la exposición del IVAM.
Una de las esculturas de Gargallo en la exposición del IVAM.JESÚS CISCAR
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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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