Aguas turbulentas
Los Goya de mañana sábado no se podrán llamar así. Los fotógrafos zaragozanos tienen registrado el nombre, y la Academia deberá esperar decisiones judiciales para volver a llamar Premios Goya a sus famosos premios... ¡dieciocho años después de su institución! No damos abasto a sorpresas. En la tan esperada gala, que se anunciaba sin follones ni estridencias, "elegante, sin más", como dicen las agencias que ha afirmado Juan Luis Iborra, su director, hay prevista una protesta contra La pelota vasca, que, por cierto, acaba de triunfar en el Festival de Sundance. ¡Aún colea el tema! La Asociación de Víctimas del Terrorismo quiere manifestarse en contra de que la película de Julio Medem sea finalista en los Goya, perdón, en los Premios Anuales de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, que es como debe llamárseles legalmente. "No a ETA" y "No al Medem", tal cual, con esa ofensiva ele, es lo que pregonan las pegatinas que se han divulgado, mezclando peligrosamente dos conceptos bien distintos. Piden que el cine cambie el "No a la guerra" por el "No a ETA", como si la Academia no se hubiera definido contra los asesinatos de ETA en diversas ocasiones. ¿Es malo estar también contra la guerra? Muy delicado asunto.
Al cine español le están creciendo los enanos. La polémica campaña publicitaria de los productores ha destapado la caja de los truenos en los medios más conservadores, y a nuestros cineastas les están lloviendo ironías, cuando no insultos, muchos de ellos como revancha a aquel vibrante "No a la guerra" del año pasado. Menos mal que hay consenso con Te doy mis ojos, que el Círculo de Escritores Cinematográficos ha considerado la mejor película española del año, y que probablemente volverá a triunfar mañana. Y que también ha habido acuerdo con el premio concedido por la Asamblea de los Directores Españoles (Adirce) al historiador y profesor Emilio Sanz de Soto, agradeciéndole su impecable y silencioso magisterio. Y que hubo quórum en la presentación de los excelentes DVD de la filmografía completa de Basilio Martín Patino, y que, bueno, para relajar el ambiente, hasta ha habido risas con las declaraciones de la pechugona actriz argentina Libertad Leblanc (Olga, la hija de aquella princesa rusa, Esclava del deseo o El derecho de gozar) divulgando sus presuntos amoríos con Plácido Domingo. No ha sido baldío este esfuerzo de la Leblanc porque a tenor de tales cotilleos ha promocionado bien su nuevo espectáculo La zorra y sus lolitos. Pena que sea en Buenos Aires, aunque ha prometido visitarnos más tarde con tal joya.
Doña Libertad Leblanc no podrá estar, pues, en el Festival de Berlín, donde el cine argentino va a tener especial relieve, incluido el homenaje al director Fernando Solanas, que en los últimos sesenta dio la vuelta al mundo con una crónica revolucionaria sobre el peronismo, La hora de los hornos, mientras la Leblanc atontaba a los argentinos con su abundancia pectoral. Parece que los festivales de cine se están haciendo mayor eco de los conflictos políticos. Así ha sido, al menos, en el reciente de Sundance, y parece que así va a ocurrir también en el de Berlín, que comenzará la próxima semana. Por cierto, si Robert Redford fuera uno de los nuestros, ¿qué le habrían dicho por visitar a Fidel Castro?
Babelia
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