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Reportaje:

Plantas contra minas

Una empresa danesa produce por bioingeniería una hierba que se vuelve roja cuando crece sobre los explosivos enterrados

El mejor regalo que pueden recibir los habitantes de muchas zonas del mundo es un ramo de Arabidopsis thaliana. Esta planta es una mala hierba y sus flores son pequeñas y poco llamativas, pero un grupo de científicos de la empresa de biotecnología danesa Aresa la han modificado para que adquiera una propiedad vital: cuando crece en una zona donde hay enterradas minas antipersonas, se vuelve roja.

"Se trata de una posibilidad capaz de salvar millones de vidas" en algunos de los 75 países donde los conflictos del siglo pasado han dejado hasta 100 millones de minas sembradas en los campos, afirmó un representante de la Cruz Roja de Dinamarca. Simon Oostergaard, presidente de Aresa, coincide: "Ésa es la idea. Llevar las semillas a zonas conflictivas, esparcirlas en los campos, esperar cinco semanas y luego desactivar las minas", afirma en conversación telefónica desde Copenhague. "Todas las plantas se ponen rojas en algún momento (en otoño o cuando sufren estrés)", afirma Oostergaard. "Lo que nosotros hemos hecho ha sido buscar una mutación que está siempre verde, e introducirle un promotor que active los genes que controlan su cambio de color cuando detectan una sustancia explosiva en el suelo", explica.

El color cambia cuando las raíces absorben el dióxido de nitrógeno que libera el explosivo

El detonante del cambio de color es el dióxido de nitrógeno, uno de los compuestos más frecuentes en los explosivos. Cuando las raíces de la planta absorben esta sustancia se activa una cadena bioquímica que dispara la producción de un pigmento natural: la antocianina. Este producto (que se utiliza industrialmente para dar color a las cápsulas de algunos medicamentos, por ejemplo) se distribuye por toda la mata. "No hay que esperar a que la planta florezca para detectarlo", explica el director de la empresa.

La Arabidopsis thaliana tiene varias ventajas. Se conoce su genoma completo desde hace años, crece deprisa (tarda unas cinco semanas en alcanzar su tamaño mayor) y se da bien en casi cualquier terreno -menos los polos- sin que haya que cuidarla. Además es una feroz competidora: puede desarrollarse en terrenos ocupados por otras variedades, lo que evitaría el peligroso trabajo de eliminar la vegetación de un terreno que está supuestamente sembrado de minas.

Para evitar problemas de contaminación ambiental, el laboratorio danés ha introducido otra modificación en la mata: los machos son estériles. De esta manera se evita que puedan propagarse por campos vecinos invadiendo los cultivos. Además de proteger los alimentos de los habitantes de las zonas minadas, este sistema tiene otra ventaja: no produce cambios en el medio ambiente, por lo que no debe contar con la oposición ni de gobiernos ni de ecologistas.

La localización de las minas es sólo el primer paso, pero puede salvar muchas vidas, insiste Oostegaard. "Por supuesto que luego hay que desactivarlas, pero así por lo menos se evitarán muchos de los 26.000 muertos o tullidos que dejan cada año", añade.

De momento los ensayos se han hecho en los invernaderos de la compañía. "Estamos pendientes de comenzar a probarla en zonas afectadas, como Bosnia, Sri Lanka o algunos países de África. Serán campos pequeños y muy controlados", añade Oostergaard.

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