_
_
_
_
Reportaje:Apuntes

"Erasmus cambió mi vida"

Por amor, por trabajo, por hastío, por azar, la popular beca para estudiantes universitarios europeos ha modificado la vida de muchos jóvenes al entrar en contacto con países y gentes diferentes

Ferran Bono

La valenciana Begoña Ferrer y el inglés Mark Botwright se conocieron en Montpelier en 1995. Ambos cursaban estudios de Empresariales en una universidad francesa gracias al programa europeo Erasmus. Ahora están casados y trabajan en Valencia. Juan Manuel Revuelta se fue a la ciudad alemana de Maguncia para proseguir Derecho. Hoy es el director de la Oficina de la Comunidad Valenciana en Bruselas. No alberga ninguna duda: "A mí la beca Erasmus me ha marcado totalmente. Cambió mi vida". Los italianos Luca Bernasconi y Michele Gallana llegaron a Valencia a mediados de la década pasada por el mismo programa para universitarios europeos. Se quedaron, se asentaron y montaron una enoteca en pleno centro de la ciudad. La belga Julie Gérard, de 26 años, vino hace dos años a estudiar Publicidad y Relaciones Públicas. Cuando acabó la carrera en Amberes retornó a Valencia. Decidió establecerse en la ciudad tras encontrar trabajo en Home, un hostal para jóvenes en el barrio histórico que se ha especializado en ofrecer alojamiento a erasmus, dada la creciente demanda.

Varios 'erasmus' coinciden en señalar que la enseñanza en España en más teórica

Hay muchos más casos, como las parejas formadas por la valenciana Vanesa Muñoz y el sueco Johan Larsson, que vino a estudiar a la Universidad Politécnica y hoy residen en Estocolmo; o la valenciana María Colomer y el francés Adrien Dumont, que se conocieron de erasmus en Venecia y ahora comparten un estudio de arquitectura en París. "Así es como se hace realmente Europa, ¿no? Con este tipo de programas. Pero las instituciones, la estructura política, van por detrás de la gente".

Erasmus cambió sus vidas. Por amor, por trabajo, por salir del hastío de su entorno, por un cúmulo de coincidencias.... Cambiaron la vida que llevaban y cumplieron el objetivo de la Unión Europea de propiciar el conocimiento mutuo entre los distintos pueblos, rompiendo con los clichés. Seguro que el tolerante Erasmo de Rotterdam, que presta su nombre al programa, estaría satisfecho. El erudito vivió y estudió en numerosas ciudades europeas, desde Utrech a Oxford, pasando por Roma, París o Bolonia.

Viajar ahora es mucho más fácil, si bien optar a la beca supone un esfuerzo económico. La Universitat de València (que envía el mayor número de erasmus en la Comunidad Valenciana) paga 143 euros al mes, y la Politécnica, entre 200 y 290, una vez sumados los complementos que aportan al mínimo de la UE.

Las ventajas, no obstante, son muchas, y la primera tiene que ver con una forma de mitigar el atávico (al menos en España) problema del aprendizaje de idiomas, siendo el inglés la lengua franca. A esto se añade la necesidad vital de espabilar, salir de la madriguera, conocer gente o adaptarse a otro país. No todos lo hacen.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Mark, de 28 años, asiente cuando escucha a Begoña recordando que fue el único inglés del grupo de Montpelier que se abrió al resto de gente y al nuevo modo de vida. "Es que los ingleses son cerrados: quieren llevar la misma vida que en su país", comenta el británico. "Yo se lo recomiendo a todo el mundo: te abre la mente", añade sobre la beca Begoña, de 32 años. Ambos coinciden en destacar que la enseñanza en España es mucho más teórica que en Francia o Inglaterra.

Mark vino de visita a Valencia y se quedó. Empezó a servir copas, mientras aprendía castellano, sin dejar de estudiar un máster. Al final encontró un trabajo acorde a su especialidad en una empresa de exportación. "No es lo habitual, porque apenas hay oportunidades", apunta. Tener idiomas es fundamental. "Hay más gente erasmus que se quedaría si no fuera tan difícil encontrar trabajo", agrega Begoña. Mark se ha adaptado a la vida española, pero aún le asombra comprobar que la gente aporrea el claxon del coche inútilmente en un embotellamiento.

José Manuel aprendió alemán, tras llegar a Maguncia de erasmus en 1992. Llegó a redactar una guía práctica para facilitar la estancia a los estudiantes posteriores. "Si no hubiera hecho la beca quizá ahora sería un licenciado de Derecho sin trabajo o con uno muy tradicional", comenta. Allí entró en contacto con las instituciones de la UE gracias a que una amiga le habló de una beca. Asegura que hay mucha información y oportunidades que se desconocen en España. Ganó el Premio Erasmus por sus observaciones y recomendaciones y montó unas consultoría en Bruselas. Los responsables políticos del PP en Valencia se interesaron por sus servicios y el pasado año la Generalitat le nombró responsable de su oficina en Bruselas. José Manuel hace una defensa acérrima del programa europeo de movilidad estudiantil que nació en 1978 para disipar los clichés y rebajar cierta conciencia de superioridad de los alemanes, según la anécdota apócrifa que relata. "Pero los alemanes son fenomenales, ¡eh!", agrega de inmediato.

Luca, de 32 años, licenciado en Económicas, llegó de Parma a la Politécnica en 1996 como erasmus. Lo suyo ha sido un cúmulo de casualidades y saltos geográficos y temporales hasta establecerse en Valencia. Lo del trabajo, complicado. Además optó por montar su propio negocio, que ahora regenta junto a la catalana Marta y Michele. Éste, veneciano de 29 años, vino de Erasmus a la Facultad de Filología y se quedó. Trabajó de camarero y perfiló su afición por el buen vino con un curso de sumiller en el Centro de Desarrollo Turistico de la Generalitat. También Luca obtuvo formación aquí. La experiencia académica no fue tan positiva, apostilla. Cree que en España los estudios son más fáciles y pone de ejemplo, los exámenes, siempre por escrito, y no orales, como en Italia. Ambos comentan que también en su país la enseñanza es básicamente teórica, aunque la proximidad entre el alumno y el profesorados es mucho mayor en España. Coinciden además en señalar que los valencianos son abiertos, pero un poco falsos. "Como dice una amiga: te abren los brazos pero nunca los cierran", anota Michele. Ante la pregunta de si no se podría aplicar este tópico a los italianos, Luca responde con una interrogación, mientras sonríe: "¿Los del Norte o los del Sur?". Y luego añade: " En el Norte son más cerrados, pero sabes que cuando tienes un amigo lo tienes siempre".

Italia, primer destino de los valencianos

El primer destino de los valencianos erasmus es Italia, según el último informe de la Agencia Española Erasmus 2001-2002. Inés Fernández, responsable de la Oficina de Relaciones Internacionales de la Universitat, incide en que los numerosos convenios firmados entre los centros valencianos y los italianos no explica sólo esta preferencia. Influyen factores como la comprensión idiomática o la afinidad. Después de Italia, los destinos más demandados son Reino Unido, Alemania y Francia. Curiosamente, los italianos son los erasmus más numerosos que visitan Valencia, seguidos de alemanes, franceses e ingleses. La valenciana es la tercera autonomía española en alumnos enviados y la cuarta receptora. La Universitat es la quinta opción de toda Europa para los erasmus, por detrás de las universidades de Granada, Complutense, Sevilla y Barcelona. El aumento de erasmus en Valencia es notorio. Fiona lo ha notado. Esta irlandesa regenta The Lounge Café, centro de reunión de estudiantes de todas partes. Los lunes tiene lugar La noche de intercambio de idiomas y los miércoles, alemán-español y a la inversa. "Cada vez veo más gente de fuera", asegura. En general, Valencia es elegida por el buen tiempo, un coste de la vida asequible y el ambiente, según los erasmus consultados.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_