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Comienza una nueva fase del proyecto de Chillida en Tindaya

La segunda fase del proyecto del escultor vasco fallecido Eduardo Chillida para la montaña de Tindaya (en el norte de Fuerteventura) contempla 14 perforaciones verticales y transversales de 10 centímetros de ancho y 100 metros de profundidad desde cuatro plataformas temporales de 80 metros cuadrados y ocho toneladas de peso cada una, informaron ayer en esta isla el consejero de Turismo del Gobierno de Canarias, José Juan Herrera Velázquez, y Lorenzo Fernández Ordóñez, arquitecto y director técnico del proyecto. Las perforaciones volverán a rellenarse con escombros de la propia montaña.

Los resultados de una decena de pruebas de laboratorio sobre las 14 delgadas columnas de traquita que se extraigan en los próximos meses esconden la clave sobre la viabilidad del proyecto de Chillida, que contempla introducir en el corazón de la montaña un gran espacio orientado al oeste de 50 metros cúbicos sin ángulos rectos con tres embocaduras, una con vistas al horizonte y otras dos verticales hacia la cumbre (401 metros sobre el nivel del mar) orientadas al Sol y la Luna.

Esta obra gigantesca, sin materiales y sin precedentes por sus dimensiones y soluciones de ingeniería para respetar su entorno, cerraría la evolución del artista impactado por los versos de Jorge Guillén "Lo profundo es el aire", de donde tomó la idea de crear un espacio introduciendo el espacio en la materia, presente en buena parte de la obra que se expone en el caserío de Zabalaga, sede del Museo Chillida.

En 2008

La obra total fue presupuestada en su momento en más de 48 millones de euros. Si finalmente se construye, podrá inaugurarse en el año 2008. Al frente de estos trabajos se encuentran las principales firmas internacionales de ingeniería, como ARUP y Scott Wilson Piesold, responsables de la cavidad de 35 metros del acelerador de partículas CERN que se encuentra en Suiza, de los 150 metros de escultura de Anish Kapoor para el hall de la Tate Modern, la Opera House de Sydney, el Centro Pompidou de París o el Millenium Bridge de Londres.

Las medidas de protección ambiental consumirán la mitad de los 1,5 millones de euros de presupuesto de esta segunda fase. Un helicóptero trasladará materiales a las distintas zonas de la montaña y el suelo de las plataformas estará cubierto por láminas de distintos materiales con el fin de que, al finalizar la obra, no quede ni una sola huella de estos trabajos en la superficie. Los cuatro episodios de esta segunda fase (inicio, instalaciones y taladros, perforaciones y finalización de los trabajos) tendrán su propio estudio de impacto ambiental. Los 25 operarios que trabajarán durante cuatro meses recibirán un curso sobre protección ambiental y conservación, según las recomendaciones del ingeniero de caminos Santiago Hernández y el catedrático de Ecología de la Universidad Complutense de Madrid Francisco Díaz Pineda, al frente del equipo de protección ambiental.

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