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CUMBRE DE LAS AMÉRICAS

La agricultura bloquea el acuerdo

Los subsidios agrícolas de EE UU le cuestan 5.400 millones de dólares a Latinoamérica

Ana Carbajosa

El libre comercio se ha convertido en el mayor obstáculo de Washington a la hora de pactar la declaración final de la cumbre de Monterrey. Estados Unidos puja por incluir una mención específica al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y al deseo de que entre en vigor el año que viene. Otros países, entre ellos, Brasil, Argentina y Venezuela, se oponen a que esta cumbre extraordinaria de las Américas se convierta en un foro que enmiende el punto muerto al que llegaron los países de la región en Miami el pasado noviembre.

En Miami se aprobó un acuerdo de mínimos flexible que permite la adopción de acuerdos bilaterales entre EE UU y sus vecinos del sur, pero no se logró un pacto multilateral que suponga un avance sustancial en la liberalización comercial en América. Al igual que dos meses antes, en la cumbre de la OMC en Cancún, el escollo insalvable de Miami volvió a ser la negativa de Washington, Europa y Japón a acabar con los subsidios a la exportación de los productos agrarios.

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El propio representante de Comercio de EE UU, Robert Zoellick, reconocía ayer en una entrevista publicada por Financial Times que las ayudas agrícolas son el nudo gordiano de las negociaciones en el seno de la OMC. "Hay un par de cuestiones, y la más importante es la eliminación de los subsidios agrícolas a la exportación, y simplemente tenemos que hacerlo", reconoció Zoellick.

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Si algo tienen en común un productor de trigo de Santa Fe (Argentina), el dueño de una plantación de soja del Mato Grosso en Brasil o un cultivador de cítricos de Salto (Uruguay) es lo difícil que les resulta colocar sus productos en el mercado estadounidense. Las ayudas agrícolas con las que Washington subvenciona a sus agricultores hace posible que los productos de éstos se vendan a precios muy bajos en los mercados internacionales, por debajo incluso de su precio de producción (práctica conocida como dumping).

De acuerdo con los datos del Departamento de Agricultura de EE UU y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Estados Unidos vende su trigo un 40% más barato que su coste de producción, el maíz, entre el 25% y el 30%, y la soja también cerca del 30%. Las ayudas a la producción y comercialización del algodón son las más elevadas, y alcanzan un 57% de su coste de producción. Con estos precios no pueden competir los agricultores latinoamericanos, lo que les supone pérdidas por valor de 5.400 millones de dólares anuales (sin tener en cuenta las ayudas al algodón), según los cálculos del International Food Policy Research Institute (IFPRI) de Washington. "Esto no ayuda a generar un buen clima en las negociaciones agropecuarias. Sin embargo, a pesar de estas ayudas, hay muchos países que han accedido a firmar acuerdos bilaterales con Washington", sostiene Eugenio Díaz-Bonilla, uno de los autores del estudio del potencial impacto de las políticas comerciales de los países industrializados en los países en desarrollo del IFPRI. Por el momento, Chile, México y cinco países centroamericanos han suscrito, o lo van a hacer, acuerdos de libre comercio con EE UU.

La ONU ha advertido recientemente de que estas ayudas constituyen uno de los mayores obstáculos para el desarrollo de la región. "El proteccionismo en los países ricos, especialmente las políticas agrícolas y textiles del sur, son la mayor amenaza para los países pobres", es una de las conclusiones del estudio Económico y Social Mundial de 2003, que Naciones Unidas realiza cada año. "Persisten impedimentos cruciales para que los países en desarrollo se beneficien del potencial para generar ingresos en las políticas liberalizadoras, en concreto, el proteccionismo y los subsidios de los países desarrollados", advirtió a este diario desde Ginebra José Antonio Ocampo, subsecretario de cuestiones económicas y sociales de la ONU.

El informe también tira de las orejas a los países en desarrollo y les invita a reducir sus subsidios. El llamado comercio sur supone un 40% del comercio del hemisferio sur. El Fondo Monetario Internacional se suma a las críticas a la vigencia de estas ayudas y destaca que la abolición de los subsidios agrícolas en los países de la OCDE triplicaría lo que los países pobres reciben hoy en concepto de ayuda al desarrollo.

Un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sostiene que la Ley Agrícola 2002, de Estados Unidos -que eleva el volumen de las ayudas entre 15.000 y 20.000 dólares anuales, lo que supone un aumento del 70% de los subsidios respecto a los establecidos por la legislación de 1996-, tiene como efecto la sobreproducción de productos básicos, lo que deprime los precios y conduce a la sobrecolocación de esos productos en el mercado latinoamericano.

En el caso del trigo, la CEPAL augura que en los próximos años Estados Unidos aumentará su competitividad frente a Argentina y Canadá. Los subsidios a la soja afectarán principalmente a Brasil y Argentina, y lo mismo sucederá con la producción de lácteos en toda Latinoamérica.

A pesar de que ningún país latinoamericano ha cuestionado la legalidad de esta ley ante la OMC, muchas delegaciones, incluyendo las de Brasil, Colombia, Paraguay y Uruguay, han expresado su preocupación y, en el caso brasileño, su deseo de incoar un proceso en la OMC.

Algunos expertos vaticinan incluso una avalancha de acciones legales. El 1 de enero de 2004 expiró el acuerdo de paz que protegía a los países ricos de ser demandados ante la OMC, nueve años después de que el tratado agrícola de la organización mundial entrara en vigor. El algodón, el arroz o el azúcar podrían ser los primeros casos.

El propio director de la OMC, Supachai Panitchpakdi, arengó hace unos días en Brasilia al G-20 (el grupo de países en desarrollo liderado por Brasil, India y China) a seguir presionando a Europa y a Estados Unidos para que rebajen sus subsidios. El G-20 pide que se reduzcan 300.000 millones de dólares de subsidios anuales, incluyendo los de la Unión Europea y Japón. La UE dice aceptar siempre que a cambio el G-20 liberalice los servicios y de que EE UU elimine también sus ayudas.

Washington pone la pelota de vuelta en el tejado de Europa y dice comprometerse a bajar las ayudas cuando lo haga su competidor europeo. "Haremos lo que podamos", dijo ayer Zoellick. "Pero no lo podemos hacer solos", advirtió el secretario de comercio de EE UU. Solos y en pleno año electoral. Parece poco probable que George W. Bush vaya a dejar en la estacada a los 3,4 millones de agricultores de su país en los meses previos a los comicios, cruciales para su reelección.

Manifestantes contra el Tratado de Libre Comercio de las Américas, ayer en Monterrey.
Manifestantes contra el Tratado de Libre Comercio de las Américas, ayer en Monterrey.EFE

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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