Tres generaciones con Castro
45 años después, la gran mayoría de los cubanos no ha conocido la vida sin Fidel
Acodado en el muro del malecón, mirando a la lontananza, con el rostro curtido por el sacrificio y los años, Jesús Álvarez, de profesión carpintero y abuelo ya de seis hombrones, tres de ellos universitarios, recuerda como si fuera ayer aquel 8 de enero de 1959 en que Fidel Castro entró a La Habana: "Éramos multitud, llevábamos horas esperando en este mismo lugar. Cuando llegó la caravana de barbudos, el júbilo estalló, fue inmenso: Fidel era más que un héroe; representaba el coraje, la esperanza de un pueblo".
Más conocido en su barrio como Manitas, Jesús tiene ahora 68 años, nueve menos que Fidel Castro, y ha vivido intensamente todos los capítulos de la revolución. "Ha habido de todo, mi hijo", dice, con voz rajada de tomador de ron. Primero fue la "épica guerrillera", la huida del dictador Fulgencio Batista la Nochevieja de 1958, el entusiasmo general del triunfo. "Aquello mereció la pena vivirlo. Más del 90% de la gente apoyó aquel cambio. Quién diga lo contrario, miente", afirma Manitas.
"Fidel era más que un héroe; representaba el coraje, la esperanza de un pueblo", dice el cubano Manitas
Por su memoria pasan a borbotones los jalones revolucionarios: la invasión de bahía de Cochinos; la proclamación del carácter socialista de la revolución; la crisis de los misiles; la muerte del Che en Bolivia; la escasez y el fracaso de la zafra de los diez millones; la sovietización; el llamado quinquenio gris. "Siempre hemos estado en danza", dice, con ese sentido del humor tan cubano.
Manitas no olvida el éxodo del Mariel de 1980, con sus humillantes actos de repudio -uno de sus hijos partió entonces hacia Estados Unidos, como otros 128.000 cubanos-. Tampoco la desaparición del campo socialista que llevó a la isla a una crisis galopante. "Después han venido no pocos traumas: el Periodo Especial; la crisis de las balsas; la dolarización; la batalla por el regreso de Elían....".
El año que terminó no ha sido uno cualquiera. El arresto y condena de 75 disidentes a penas de hasta 28 años de cárcel, incluido el poeta y periodista opositor Raúl Rivero, acusado de "conspirar con Estados Unidos" ha provocado una ola mundial de protestas. Tras los juicios sumarísimos a los que se sumó el fusilamiento de tres secuestradores de una lancha de pasajeros que pretendían llegar a La Florida, buena parte de la intelectualidad de izquierdas europea y latinoamericana, que durante cuatro décadas defendió la Revolución, se desenganchó del Gobierno de La Habana.
"En fin, después de la tormenta viene la calma, y después otra vez la tormenta", dice Manitas. Pese a su hábil manejo del choteo criollo, Jesús no es representativo de la mayoría del pueblo cubano. Por dos razones fundamentales: en primer lugar, porque es un hombre crítico pero equilibrado, que ve las luces y las sombras de la revolución con cierta distancia, sin hacer juicios de valor extremos, ni todo a favor ni todo en contra. Y eso, pese a haberlo vivido todo en primera persona, en carne propia.
El otro motivo por el que Manitas no es un cubano promedio es su edad. Sólo un 10% de los 11 millones de habitantes de Cuba tienen más de 65 años. Siete millones tienen menos de 45 años, es decir, no han conocido otro sistema político que el actual, socialista o fidelista, como se le quiera llamar.
La forma escogida por las autoridades para celebrar este 45º aniversario del triunfo de la revolución y la llegada de Fidel Castro al poder, es reveladora. Se ha reeditado la caravana de la libertad que durante una semana recorrió las principales ciudades y pueblos de la isla, con Castro al frente, hasta desembocar en La Habana aquel 8 de enero de 1959.
Ahora los caravanistas han sido pioneros de corta edad que han atravesado la isla por etapas, teniendo encuentros con veteranos ex combatientes en cada localidad. El último relevo entrará hoy a la ciudad por el malecón hasta desembocar en el antiguo cuartel de Columbia, hoy una escuela pedagógica, donde Castro pronunció su primer discurso en La Habana. Allí se hará un gran acto patriótico con coros infantiles y discursos.
Desde que hace tres años comenzó la llamada "batalla de ideas", al calor de las movilizaciones para lograr el regreso de Elián, las autoridades han desarrollado una persistente campaña ideológica para conectar a las nuevas generaciones con la épica revolucionaria. "Algo nada fácil de conseguir", admite Jesús.
"Para los que tenemos más edad es posible comprender determinadas cosas, soportar los sacrificios. El problema son los jóvenes, ¿qué tenemos que ofrecerles?", se pregunta a sí mismo Manitas en el malecón, que esta mañana está revuelto porque acaba de entrar un frente frío del norte. Pone el ejemplo de sus nietos. Que siendo hijos de un carpintero, tres sean profesionales universitarios, uno de ellos médico, y los otros tengan un técnico medio, "es algo a tener en cuenta", asegura. "Pero resulta que yo con las chapuzas que hago para algunos extranjeros y cobro en dólares, gano más que ellos, y ya están cansados".
A los 45 años de la entrada de Fidel Castro a La Habana, es difícil encontrar, dentro y fuera de Cuba, quién, al hacer balance, dé una opinión desapasionada. O todo es una mierda, o todo está bien y no hay que cambiar nada. Cuando le preguntas a bocajarro a Manitas si ha merecido la pena, en el malecón, hace silencio, con los ojos puestos en el mar.
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