Fiebre nocturna y viril
Kimitake Hiraoka pasó a la posteridad como Yukio Mishima, el seudónimo que escogió para esconderle a su padre que escribía y publicaba libros. Nació en Tokio el 14 de enero de 1925 y creció bajo los cuidados de su abuela paterna, una mujer extravagante y sobreprotectora. En 1944 publicó Todo el bosque en
flor, un libro de cuentos. Ese mismo año, el ejército lo destinó a una misión suicida de la que luego fue relevado. Haber perdido la oportunidad de inmolarse por su país se convirtió en una de las obsesiones de Mishima, que tras la guerra terminó los estudios de Derecho en la Universidad de Tokio y empezó a trabajar en el Ministerio de Hacienda.
La novela Confesiones de una máscara apareció en 1949. Fue un éxito inmediato que le permitió dedicarse por completo a escribir. Un año después publicó Sed de
amor, obra a la que siguieron títulos como La muerte a mediados del
verano, en 1953, y El rumor del
oleaje, en 1954. Por esas fechas empezó a interesarse por las artes marciales y a practicar el culturismo. Su talento literario quedó confirmado en 1956 con la publicación de El templo de
oro, novela sobre un problemático aprendiz de monje obsesionado por la belleza.
Honor y muerte
En la década siguiente, la popularidad del escritor descendió en Japón, mientras que su obra le daba a conocer en el resto del mundo. En 1960, publicó Después del banquete y tres años más tarde, El marino que perdió la gracia del
mar. También cultivó el teatro, destacando como renovador del género tradicional japonés en obras como Cinco no modernos o siguiendo los patrones europeos en Madame de Sade.
Alarmado por la progresiva occidentalización de Japón, Mishima fundó en 1968 la Sociedad del Escudo, un grupo nacionalista de un centenar de hombres que se convirtió en su ejército privado. El 25 de noviembre de 1970 entregó el manuscrito de su última novela, La corrupción de un
ángel, con la que concluía su magistral tetralogía El mar de la
fertilidad, que incluye, además, Nieve de primavera, Caballos desbocados y El templo del
alba. Una hora después ocupó las oficinas del Estado Mayor en Tokio junto a cuatro seguidores en un intento de promover un levantamiento militar. Consiguió dirigir un discurso de 10 minutos a un millar de soldados, entre los que no encontró ningún apoyo. Mishima decidió entonces suicidarse a la manera tradicional: abriéndose las entrañas con su espada para ser luego decapitado por uno de sus discípulos. /
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