'Zalacaín el aventurero', de Pío Baroja
Una de las novelas de acción más emblemáticas del escritor vasco, en la colección de EL PAÍS
Pío Baroja (1872-1956) es considerado por buena parte de la crítica el novelista español más importante del siglo XX. Su primera novela fue Vidas sombrías (1900), a la que siguió, el mismo año, La casa de
Aizgorri, que forma parte de la primera de las trilogías del escritor, Tierra
vasca, que también incluye El mayorazgo de Labraz (1903) y Zalacaín el aventurero (1909), novela que podrá adquirir mañana por 2,95 euros al comprar un ejemplar de EL PAÍS, y que es uno de los mejores ejemplos de las novelas de acción de Baroja. En ella narra la vida del vasco Martín Zalacaín, su infancia y juventud, sus trepidantes aventuras, que se enmarcan en el último tercio del siglo XIX, cumpliéndose lo que es una constante en el concepto narrativo de Baroja: su rigurosa acumulación de datos históricos, de tal modo que las venturas y desventuras de Martín son al mismo tiempo una excelente fuente documental del levantamiento en armas de los carlistas. Baroja, elegido miembro de la Real Academia Española en 1935, pasó la Guerra Civil española en Francia, de donde regresó en 1940. A su vuelta, se instaló en Madrid, donde llevó una vida alejada de cualquier actividad pública, hasta su muerte. Publicó en total más de cien libros.
Algunas opiniones
Al regresar a España tras la Guerra Civil, Baroja se dedicó a escribir sus memorias, Desde la última vuelta del camino. De ellas entresacamos algunas frases:
"No soy un optimista. No hay en lo que he escrito ni serenidad ni confianza; tampoco he conocido gente cuya amistad me haya inspirado esos sentimientos o me haya animado a hacer algo" (...).
"Con relación a la moral, soy más bien pesimista. Respecto a las leyes, creo que son, en general, malas, porque el hombre no es bastante inteligente y se deja llevar por fórmulas conceptuosas y vacías" (...).
"También se me ha atribuido un cierto odio por las mujeres y el no haber pintado en los libros el amor como algo brillante y admirable... Al español le indigna que se le diga que su vida amorosa es, en general, pobre, sin dramatismo; pero así es ¡qué le vamos a hacer! Yo creo que el país rural que no es rico no tiene una ética libre. Solamente en los países industriales y comerciales de clima blando es donde se destaca la personalidad de la mujer y triunfa el amor apasionado" (...).
Babelia
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