Clonar para curar
El comité legal de la Asamblea General de la ONU decidió ayer por un estrechísimo margen de votos posponer dos años el debate en torno a la elaboración de un convenio internacional sobre la clonación humana. Este aplazamiento supone una derrota de Estados Unidos, que también en esta cuestión cuenta con el apoyo incondicional de España, que pretendía imponer la prohibición de todo tipo de clonación, incluida la terapéutica, a pesar de que sobre esta última la comunidad internacional está muy lejos del consenso.
Ambas resoluciones, que finalmente no se han debatido, establecían la prohibición total de la clonación reproductiva destinada a obtener bebés genéticamente idénticos a otro ser humano. Pero diferían en la denominada clonación terapéutica, cuyo fin es obtener células idénticas a las de un enfermo con la finalidad de utilizarlas para reparar tejidos u órganos dañados. Frente al propósito estadounidense de forzar también su prohibición se alzó una propuesta de Bélgica, apoyada por Alemania, Francia, el Reino Unido, China, Japón y otros países, que proponía que los límites a esta técnica sean determinados por cada nación.
EE UU argumenta que autorizar la clonación terapéutica transformaría la incipiente vida humana en un recurso natural para ser explotado, "dañando el sentido del valor y la dignidad del individuo". Hasta 66 organizaciones científicas de todo el mundo, sin embargo, se han dirigido a Naciones Unidas para que apoye las investigaciones sobre la clonación terapéutica por su potencial capacidad para "aliviar el sufrimiento humano causado por la enfermedad".
España se ha alineado de nuevo con las naciones que están dispuestas a renunciar a un avance de la medicina que propugna la mayoría de la comunidad científica por no vulnerar unos prejuicios de base religiosa. Es ésta una situación similar a aquella que enfrentó a la Iglesia con los médicos que propugnaban hacer la autopsia de los cadáveres para conocer mejor la enfermedad y curar a los vivos. Cabe esperar que el aplazamiento haga recapacitar al Gobierno español y dentro de dos años se alinee en este tema con los científicos y con la mayoría de los países europeos.
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