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Un grupo británico muestra que la búsqueda de fármacos contra los priones ha ido descaminada

Javier Sampedro

La versión humana de las vacas locas, o nueva variante del mal de Creutzfeldt-Jacob, se transmite por los priones infecciosos, unas proteínas que existen de forma natural tanto en los humanos como en las vacas, pero que adoptan un plegamiento incorrecto y lo transmiten por contacto a los priones normales. La búsqueda de fármacos se ha centrado hasta ahora en la idea de atacar al prión mal plegado, una opción aparentemente lógica, pero probablemente errónea, según publica hoy en Science el grupo de John Collinge, de la Unidad de Priones del Medical Research Council (MRC), en Londres.

El prión, como toda proteína, se fabrica en las células siguiendo una receta cifrada en un segmento de ADN, el gen del prión. Collinge y su grupo han construido ratones con dos modificaciones genéticas. Primero, tienen destruido su gen del prión. Y segundo, se les ha añadido un gen del prión manipulado de modo que funciona bien en el ratón joven, pero luego se puede inactivar.

Mientras el gen artificial está funcionando, los investigadores inoculan al ratón con priones infecciosos (mal plegados). Los ratones empiezan a desarrollar la enfermedad. Si el gen sigue funcionando, la enfermedad progresa hasta destruir el cerebro. Pero si el gen se inactiva, la enfermedad no sólo no progresa, sino que incluso revierte.

Lo más curioso es que los ratones se curan aun cuando los priones infecciosos se acumulan en el cerebro. Collinge concluye que no es la acumulación de priones malos, sino el mismísimo acto de transformación de la forma buena en la mala, lo que causa la enfermedad. Cuando el gen del prión se inactiva, se deja de producir forma buena, y por tanto se deja de dar esa transformación, por muchos priones infecciosos que se inoculen.

La principal lección, según Collinge, es que no hay que buscar fármacos contra el prión malo, como se ha hecho hasta ahora, sino contra el bueno, en su plegamiento correcto natural. La inactivación de esa proteína humana normal tendría efectos similares a la inactivación de su gen, que en humanos no puede hacerse por el momento.

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