Las esculturas de Matisse descubren la fuerza expresiva del maestro del color
La antológica del IVAM exhibe cerca de sesenta piezas fundidas en bronce
Sólo dos grandes exposiciones habían mostrado la obra de Matisse en España, ambas pictóricas y a iniciativa de la Fundación Juan March, según destacó ayer en Valencia Claude Duthuit, nieto del pintor francés. Desde ayer y hasta enero, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) reúne por primera vez en España la mayor parte de la producción escultórica en bronce de Henri Matisse. Una obra de carácter "muy personal", en palabras del director del museo, Kosme de Barañano, y circunscrita a 68 piezas, de las que se exhiben 58, la mayoría con las mujeres como tema.
Para Henri Matisse (1869-1954), célebre por su rupturista y particular uso del color en la pintura, la escultura fue como "una disciplina complementaria" y una forma de "organización del espíritu". Así lo entiende Martine Soria, comisaria de la exposición, que ya en 2000 reunió en Bilbao una pequeña muestra con 10 esculturas y 40 estampas del artista. Lo destacable de la muestra ayer inaugurada en el IVAM, con el patrocinio del BBVA, es que por primera vez acoge en España una auténtica antológica de la estatuaria modelada y fundida por Matisse a lo largo de toda su carrera. "Una exposición rarísima", puntualizó el nieto de Matisse. Tan rara que, de hecho, desde hace 20 años no se había programado en todo el mundo una muestra cuantitativamente tan importante, según aseguró Soria. Lo primero que llama la atención al acceder a la sala donde se exhiben las piezas en tres dimensiones de Matisse, arropadas por una serie de dibujos, grabados y fotografías directa o indirectamente relacionados, es el conjunto de los cuatro bajorrelieves con desnudos de mujeres de espaldas, con diferencia, la parte más monumental de su obra escultórica, que Barañano calificó de "piezas fundamentales en la escultura del siglo XX", cedidas por el Kunsthaus de Zúrich. Y al final de la muestra sobresale también un cristo cuyas líneas remiten rápidamente a Giacometti. El resto de la obra representada en el IVAM fue concebida a una escala considerablemente inferior, desde las dos primeras piezas, sendos medallones de 25 centímetros con perfiles femeninos cincelados en 1894, cuando el artista tenía 25 años, hasta el Desnudo de pie (Katia)- El talle roto, realizado cuatro años antes de morir, en parte desde la cama donde se hallaba enfermo.
"La escultura de Matisse empieza antes que sus investigaciones fauvistas y termina mucho antes de la desaparición de todos los cubismos y en pleno auge del expresionismo abstacto", contextualiza Kosme de Barañano en el texto del voluminoso catálogo editado para la ocasión. En total, son 57 las piezas fundidas en bronce que se exponen en esta primera antológica española del Matisse escultor. En contraste con su abundante producción pictórica, esculpió poco más de ochenta obras, de ellas 68 en bronce y el resto en madera o escayola. Más de la mitad de este legado en tres dimensiones tomó forma en la primera década del siglo pasado, en su primera época como pintor, y supuso una especie de relevo a la pintura, "en momentos de turbación o fatiga", tal y como apuntó Martine Soria. A menudo, sus trabajos escultóricos se convierten en una especie de ensayos "encaminados a resolver problemas plásticos", hasta el punto de que se habla de un diálogo constante entre escultura y pintura. Un ejemplo citado ayer por Soria en la presentación, que además Isabelle Monod-Fontaine, directora adjunta del Georges Pompidou, desarrolla en el catálogo, es el del Nu cocuché (Desnudo pintado), un tema escultórico que reaparece en nueve pinturas de Matisse para dejar patente la complementariedad de una y otra disciplinas en el artista francés.
Sin embargo, a diferencia de la pintura, para la escultura Matisse rara vez realizó estudios previos. Y, por otra parte, trabajó a menudo a partir de fotografías y revistas especializadas. Algunos ejemplos célebres, como Deux negresses (Dos negras), Petit nu accroupi (Pequeño desnudo en cuclillas) o La serpentine, se pueden contemplar en la actual exposición del IVAM, donde, al decir de Barañano, no falta ninguna de las piezas clave en el trabajo sobre volumen de Matisse, como los bajorrelieves monumentales de la entrada, Jeannette, Venus a la coquille (Venus en cuclillas) o Henriette.
Soria también apuntó una paradoja en la aparente espontaneidad de buena parte de las esculturas de Matisse, hasta el punto de parecer esbozos o bosquejos de una obra definitiva. Pero no es así. El propio Matisse confesó en alguna ocasión un constante intento de "disimular" sus esfuerzos, recordó Soria, de forma que no resultara patente el trabajo realizado. Hasta cinco sesiones, a lo largo de tres años, requirió alguna de sus primeras obras antes de quedar a la absoluta satisfacción del artista.
Con Derain y Giacometti
Reunir las esculturas de Matisse que se muestran hasta el mes de enero en el IVAM de Valencia ha requerido la colaboración de diversas instituciones, como el Kunsthaus de Zúrich, el Musée Matisse de Niza, el Baltimore Museum of Art, la Bibliothèque Nationale de France o el Centre Georges Pompidou. De las colecciones particulares que han contribuido a la muestra destaca la aportación de la propia familia Matisse. Kosme de Barañano justifica "el reconocimiento" del IVAM hacia el Matisse escultor en la línea de presentar los "arranques" de la escultura en el siglo XX, y en especial en torno a la importante colección que el museo valenciano posee de Julio González. La de Matisse sintoniza con las muestras ofrecidas del suizo Alberto Giacometti, en 2001, y del francés André Derain, a finales del año pasado. En la primera se pretendía mostrar el diálogo de los dibujos y esculturas de un escultor clave del siglo XX. En la segunda se establecía el mismo diálogo en el caso de un pintor vinculado, como Matisse, al fauvismo de primeros de siglo.
Babelia
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