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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

García Montero y Lorca

El interesante escrito de Gregorio Morales e Isabelo Herreros del día 9, titulado Fosas comunes, legalidad y símbolos, anima a volver sobre el artículo Memoria con el que Luis García Montero nos sorprendió el pasado 13 de septiembre, relativo a la posible exhumación de los restos de García Lorca y de algunos de los que con él cayeron. Es difícil no leer sin asombro, viniendo de quien viene, eso de que el asesinato del poeta granadino "no se trató de un crimen, sino de una ejecución, una sentencia firmada por la autoridad del régimen. Fue un hecho bárbaro pero legal, apoyado por la misma legalidad que fusiló a miles de ciudadanos...". ¡Qué barbaridad!

Es posible que García Montero ignore que en las semanas que siguieron al golpe militar, allí donde éste triunfó, se mató a capricho con los bandos de guerra por delante. O que desconozca que tales bandos eran ilegales. Incluso puede que no sepa que las sentencias procedentes de los consejos de guerra generalizados a partir de finales del 36 eran tan ilegales como los bandos de guerra. Pero, ¿de dónde ha sacado que no se trató de un crimen sino de una ejecución legal tras sentencia? ¿Ha leído la sentencia acaso? ¿Cree que de existir tendría validez alguna? ¿Ignora que en agosto del 36 muy pocos civiles tuvieron el privilegio de pasar por la farsa judicial-militar y así, al menos, ser enterrados en lugar conocido e inscritos en el Registro Civil? ¿Tiene idea de cómo eran esos consejos de guerra? ¿No ha leído nada sobre lo ocurrido en Granada a partir del triunfo de la sublevación? García Montero, persona sensible a la barbarie fascista y que trabaja con palabras, sabe, o debería saber, lo que está costando introducir la verdad y sus palabras en los hechos acaecidos en nuestro país a partir del 18 de julio del 36.

García Lorca fue uno de los miles de desaparecidos -palabra que significa lo mismo en Chile o en Argentina que aquí- de la zona donde triunfó el golpe militar y no, al menos en esa fecha, de "guerra civil" alguna, como mantuvo el mismo García Montero unos días después, el 19, en otra columna titulada Víznar. Lorca no fue detenido legalmente, ni juzgado legalmente, ni sentenciado legalmente, ni ejecutado legalmente, sino que fue brutalmente asesinado por militares y paramilitares fuera de la ley que habían usurpado el poder legal. Poco hubiera cambiado si estos hubieran decidido darle apariencia de legalidad al asesinato simulando un juicio y una sentencia. Pero, que sepamos, no fue así. Su desaparición, como la de los otros miles de personas asesinadas en Granada, está todavía por aclarar legalmente. Ha costado tanto establecer la verdad histórica en el caso de Lorca (Brenan, Penón, Gibson) que resulta desalentador oír hablar a estas alturas de ejecución legal tras sentencia. Quizás convendría establecer de una vez la verdad jurídica sobre aquellos hechos. Nos ahorraríamos este estado de confusión permanente.

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