Winterbottom defiende el cine barato y con un equipo familiar
El festival dedica una retrospectiva a la filmografía del cineasta británico
Michael Winterbottom, uno de los cineastas más prolíficos y singulares del nuevo cine europeo, defendió ayer en San Sebastián las posibilidades de un cine de bajo presupuesto realizado "con un equipo familiar". Ganador del último Oso de Oro de Berlín con In this world, una road movie documental sobre el viaje a Londres de dos refugiados afganos, Winterbottom añadió que su cine (del musical al western, a la ciencia-ficción o al drama) no experimenta con los géneros, sino con las relaciones humanas.
El encuentro de Michael Winterbottom con los periodistas se retrasó por culpa de la llegada y cambio de hotel de su colega Bernardo Bertolucci. El cineasta italiano, que ha llegado al festival para presentar hoy su película Soñadores, decidió dejar el hotel María Cristina, cuyos alrededores siguen acosados día y noche por los ruidos de sus trabajadores en huelga. A pesar de que algún actor ha bajado en persona a pedir a los empleados que por favor dejaran de hacer ruido durante las primeras horas de la mañana, los pitos y la música pachanguera arrancan con el día. El que fuera corazón del festival es cada vez más un foco de imposibles dolores de cabeza sin ningún viso de solución.
Con su habitual educación, Michael Winterbottom (recién llegado de Londres) desplegó su encanto personal y el de su cine. El año pasado presentó en San Sebastián (dentro de la sección de Zabaltegi "Perlas de otros festivales") su musical 24 hour party people. Este año el certamen le dedica un ciclo en el que también se incluyen sus trabajos para televisión.
En apenas ocho años, el cineasta británico (nacido en Blackburn en 1961) ha dirigido 10 largometrajes. De Welcome to Sarajevo a Wonderland o El perdón. Un dato insólito en los tiempos que corren para la industria europea. "No lo encuentro tan significativo", señaló ayer el director. "Es cierto que hoy resulta extraño, pero antes, en la buena época de los estudios, ésa era una cifra normal. No trabajo especialmente rápido. En cualquier caso, y además de tener siempre ganas de contar algo, yo he encontrado mi propia fórmula de trabajo para poder hacer una película detrás de otra: trabajar con historias sencillas, bajos presupuestos y un equipo familiar y fiel me ha dado siempre buenos resultados".
Winterbottom, que ahora prepara una película "cara", A star called Henry -"un filme de época, de finales del XIX, eso es lo que lo encarece", explica-, presentó ayer en San Sebastián sus dos últimos filmes: Code 46, una historia de ciencia-ficción interpretada por Tim Robbins, e In this world, ganadora del Oso de Oro del Festival de Berlín. La capacidad de trabajo de Winterbottom supera la capacidad de absorción de distribuidoras que operan en España, y cuando todavía no se ha estrenado In this world (será mañana) el cineasta británico ya tiene bajo el brazo su filme posterior. "El rodaje de In this world fue una de las experiencias más increíbles de mi vida", afirmó ayer Winterbottom. "Cada día se añadían a la historia momentos imprevistos. Estábamos rodando y si llegaba un convoy con más refugiados lo incorporábamos a la historia. Filmar una película real en un contexto real proporciona muchos contrastes". In this world nació como una contestación política a la situación de los refugiados pero, finalmente, "su mensaje no es otro que lo que cuenta. Yo reaccioné a una situación filmando la película, pero la película sólo es la historia de un viaje, lo que allí ocurre es el único mensaje".
Aunque con Code 46 parece alejarse de su anterior trabajo, él dice que no tanto: "Detrás de la historia de amor de Code 46 está una historia: la falta de identidad y de poder. El que no tiene un seguro es expulsado a un desierto. Un destino similar al de los campos de refugiados. Quizá cambio de género constantemente, sí, pero la sensación que tengo es que siempre hablo de lo mismo, que las relaciones entre las personas y su entorno son lo único que marca mi cine".
El ejemplo de Bergman
El ciclo dedicado a Michael Winterbottom incluye sus dos documentales para la televisión sobre Ingmar Bergman. Winterbottom los rodó para celebrar el 70º cumpleaños del cineasta sueco y, según explicó ayer, conocer a Bergman le dio muchas claves sobre lo que más tarde sería su forma de trabajar. "Bergman hizo durante mucho tiempo una película detrás de otra; de alguna manera, de él aprendí cómo existen maneras de hacer tus películas sin contar con muchos medios".
En el libro sobre el director, titulado El orden del caos,
Winterbottom afirma: "Creo que a Bergman le cayó el sambenito de cineasta religioso, denso e insoportable, pero muchas de sus películas no son así. Su cine nunca le perdió el pulso a la realidad, y menos a la creatividad". "Conocerle", dijo ayer el cineasta, "fue muy fundamental para mí y para mi manera de entender el cine".
Babelia
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