"No he notado crisis en el cine español"
Mikel Olaciregui (Pasaia, 1956) ultima estos días los detalles del 51º Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que arrancará el jueves. "Siento una mezcla de ansiedad, miedo e ilusión", reconoce. Es su tercer año como director del certamen y siempre ha salido airoso, incluso cuando estrellas como Warren Beatty le dieron plantón tras el 11-S. ¿Su fórmula? "Programar cine de calidad", responde. A esta edición, en la que el festival hace una apuesta destacada por los jóvenes realizadores y por descubrir a los cineastas Preston Sturges y Michael Winterbottom y la cinematografía del Magreb, se le pueden complicar las cosas. La huelga de hostelería -convocada por los sindicatos ELA y LAB- será secundada por los trabajadores del hotel María Cristina, el establecimiento de lujo donde la organización aloja a sus invitados y donde celebra algunas de sus actividades. El festival ha mantenido conversaciones con el hotel Carlton de Bilbao por si tuviera que trasladar a algunos de los visitantes.
"Hay una vuelta al documental de calidad que ha cambiado el gusto del público"
"Nunca ha habido presiones para que elijamos o rechacemos una película"
Pregunta. En la presentación dijo que el festival apuesta por los cineastas emergentes. ¿Es deliberado o imposición de Venecia?
Respuesta. Todas las películas de la Sección Oficial están porque nos han gustado y esperamos que estos cineastas, que han triunfado con sus trabajos anteriores, salgan potenciados del Zinemaldia. Obviamente la fortaleza de Venecia también se hace notar, pero puedo decir que había filmes en su Sección Oficial que descartamos.
P. ¿Alguna vez se han planteado cambiar de fechas para eludir esa competencia?
R. Nunca, pero no voy a decir que en algún momento no se haya planteado. De todas formas, si vemos nuestra programación de los últimos seis o siete años películas no nos han faltado, la valoración de nuestra Sección Oficial ha sido positiva, y eso estando en competencia con Venecia, Locarno y otros festivales. Por lo tanto tampoco es que haya muchos motivos para cambiar de fecha.
P. ¿Qué define al Zinemaldia?
R. En su pequeño tamaño, que a veces es un inconveniente, está también su ventaja. Los cineastas y visitantes que acuden a esta gran fiesta del cine se encuentran con que éste es un festival mucho más asequible; hay un contacto más directo del cineasta con el público, te da tiempo para descubrir los trabajos de directores emergentes... No olvidemos además que es el más pequeño de los grandes, pero que está en el cuarto puesto en el ranking de la FIAP, después de Berlín, Venecia y Cannes, y a mucha distancia de Locarno o Moscú.
P. En el programa prima el cine europeo. ¿Goza de mejor salud que el americano?
R. A la hora de seleccionar una película lo primero que valoramos su calidad, independientemente de su procedencia. Hemos visto filmes asiáticos, latinoamericanos... y al final la selección es la que es. El cine americano es muy amplio; hay una parte que cumple sus objetivos de tener unas rentabilidades inmediatas y altas con fuertes campañas de promoción que le hacen ser el más visto. Y esa maquinaria de dinero, a veces, es capaz de producir también pequeñas obras hermosas. Ésa es la contradicción y la grandeza de la cinematografía norteamericana.
P. El festival tiene como socios a cuatro instituciones de distintos partidos, ¿las presiones políticas condicionan la selección de las películas?
R. Nunca, en los 10 años que llevo involucrado en la gerencia y la dirección, ha habido una presión ni una indicación para que elijamos o rechacemos una película. Nos han dado su confianza y un margen total de libertad. Además, el comité de dirección jamás lo aceptaría.
P. En 2001 sufrieron las consecuencias del 11-S y, de hecho, Warren Beatty y Julie Andrews aún no han recogido su premio Donostia.
R. Yo ya he tirado la toalla. Tienen que coincidir tantísimos factores para que una estrella decida aceptar un premio... Aunque nos parezca mentira sus agendas se suelen hacer muy de día en día. No digo que no vayan a coincidir todos los astros otra vez y, de hecho, cada vez que he ido a Los Ángeles le he recordado a Warren que el Donostia está a su disposición.
P. Ahora que Aznar es amigo de Bush, ¿es más fácil traer primeras figuras?
R. No, eso no se nota. Además unos coinciden con Bush y otros no. Fíjese en Jessica Lange.
P. ¿Quién va a desfilar por el Kursaal?
R. Para empezar nuestros tres premios Donostia: Isabelle Huppert, Sean Penn y Robert Duvall, tres actores que han hecho mucho para propiciar la evolución de lo que es el acto interpretativo. Los tres han protagonizado carreras con grandes directores y tienen una trayectoria sólida y coherente también en su vida personal. Además tendremos a Kevin Costner en la clausura, Emmanuelle Béart, Jacques Rivette, Harvey Keitel, Claude Chabrol, James Ivory, Bernardo Bertolucci, Marisa Paredes... Y a Víctor Erice, Elías Querejeta y Ana Torrent en ese encuentro entrañable 30 años después de que El espíritu de la colmena, emblema de esta edición del festival, ganara la Concha de Oro.
P. ¿Va a conseguir reunir a Querejeta y Erice, siguiendo como siguen alejados por su desencuentro en la película El Sur?
R. Sí, ellos han manifestado su deseo.
P. Al festival siempre le toca lidiar con factores externos, ahora con la huelga del María Cristina. ¿Puede hacerle mucho daño?
R. Obviamente es una cuestión negativa desde el punto de vista de la imagen. Esperemos que las negociaciones lleguen a buen puerto y se desconvoque el paro.
P. ¿El festival ha notado la famosa crisis del cine español?
R. Hemos notado cierta crisis en los distribuidores independientes, a los que además les ha pillado en medio la fusión entre Canal Satélite Digital y Vía Digital y la política de las televisiones en abierto que cada vez están programando menos cine y cuando lo hacen es el destinado al gran público. El número de compras es muy inferior y conseguir un filme para programarlo resulta mucho más difícil al no tener distribuidor. Pero en términos de producción no hemos notado que haya crisis y a las pruebas me remito: tenemos muchas películas españolas porque hemos considerado que tienen un alto nivel.
P. Están los documentales de Julio Medem y Joaquín Jordá. ¿Es un género en alza?
R. Hay una especie de vuelta a un documental de muy alta calidad. Se están dedicando muchos medios y se está acertando con las temáticas y eso ha hecho que el público esté cogiendo el hábito de consumir documentales. Mire el éxito que tuvo Bowling for Columbine, de Michael Moore. Se ha producido un cambio en el gusto del público que antes veía el documental como un producto para consumir en casa.
P. ¿Cree que las cuotas de pantalla están haciendo un flaco favor al cine español?
R. Creo que el cine de aquí tiene que hacer un esfuerzo de realismo para orientarse al mercado. Ha habido proyectos suicidas desde un punto de vista industrial. También ocurre en el cine americano. Hay que ser realista a la hora de producir cine, porque no hay ni público ni salas, ni estructura para absorber las más de 100 películas que se produjeron el año pasado. Si no, se hacen proyectos suicidas que nunca se van a ver y eso es terrible.
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