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La musa de Hitler

Nunca se pudo quitar el peso de haber sido musa cinematográfica de Hitler. El año pasado arreciaron las protestas cuando visitó el festival de Sevilla con motivo de una exposición de fotos y de su reciente película Impresiones sobre el agua. Pocos perdonaron a aquella anciana de 100 años, sorprendentemente ágil y vivaracha, que hubiera sobrevivido a las atrocidades del régimen que ella misma había ensalzado. Se defendió como pudo: "Me arrepiento de ciertas cosas, es cierto. Pero yo no podía saber lo que iba a ocurrir".

Actriz primero, y asesora cinematográfica del Tercer Reich desde 1933, dirigió las dos películas que más vigorosamente han exaltado el nazismo: El triunfo de la voluntad (1935), sobre el congreso del Partido Nacionalsindicalista celebrado en Núremberg, y Olimpiadas (1938), en dos partes, sobre los Juegos Olímpicos celebrados en Berlín en 1936: con 35 cámaras y numerosos teleobjetivos, captó los pequeños detalles de cada competición y la grandeza de las gestas deportivas. Tras un elaboradísimo montaje, culminó este grandioso canto épico a la belleza del cuerpo humano y a la superioridad de la raza aria. Ambos documentales fueron premiados en el festival de Venecia, lo que consagró a Riefenstahl como la cineasta preferida del cine alemán. Pero no bastan razones políticas para justificar la repercusión de su obra, en especial estos formidables documentales.

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Meticulosa

El resto de sus películas ha dejado poca huella. Tenía fama de ser meticulosa hasta extremos imposibles. Cuentan que era capaz de estar cambiando de lugar los árboles de un decorado durante días enteros hasta lograr el encuadre adecuado. Incluso Goebbels llegó a manifestar su descontento por la tardanza de la directora. Su película Tiefland, que comenzó en 1940, no fue acabada hasta 12 años más tarde. El inesperado mal tiempo varios veranos fue aplazando el rodaje y, aunque pensó filmar en España, para lo que el Gobierno de Franco le había ofrecido todo tipo de ayudas, incluso financieras, la caída del nazismo interrumpió el proyecto. El material filmado fue incautado por las tropas francesas hasta 1952, que se le autorizó terminar.

De entre sus películas, ella prefería la primera, La luz azul (1932), que acabó rodando al no encontrarse un director barato. Su condición de actriz famosa le permitió el cambio de oficio. Tuvo tanto éxito que la reclamaron de inmediato para los faraónicos proyectos de la propaganda oficial. Probablemente, Reifenstahl haya sido la cineasta más controvertida de la historia. Es difícil encontrar historiadores que no reconozcan su talento para la imagen épica, y su sabiduría para lograr con eficacia el objetivo deseado. Pero, ¡ay!, casi siempre con cierto sentimiento de culpa. ¿Cómo se puede sentir admiración por dos panfletos nazis?

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