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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Final de ruta

La dimisión del primer ministro palestino, Abu Mazen, constituye un duro golpe para Bush y, de hecho, rompe la llamada Hoja de Ruta hacia la paz. Mazen le ha planteado un pulso a Arafat y lo ha perdido. Se abre un periodo de enorme incertidumbre y peligro. En estos cuatro meses al frente del Gobierno no ha dejado de caer la ya baja popularidad inicial de Mazen, visto como la marioneta de EE UU e Israel, mientras que la de Arafat, acosado por las fuerzas israelíes, no ha dejado de aumentar entre los suyos. Pero Arafat debe saber que aceptar la dimisión de Mazen equivale a decirle "no" a EE UU y a Israel, cuyo Gobierno ha afirmado que no reconocerá otro interlocutor que el dimitido primer ministro y no dejará que el presidente o uno de sus incondicionales retomen el control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Arafat, el eterno superviviente, se ha quedado colgado de una brocha, y, tras la caída de Mazen, los israelíes podrían llevar a la práctica las amenazas de deportarlo.

Mazen y Arafat han luchado por el control de los servicios de seguridad palestinos. Para Arafat, son una palanca esencial para conservar el poder. Para Israel, EE UU y la comunidad internacional en general, si Arafat no cede este poder no habrá posibilidades de frenar la actividad de los grupos radicales. Pero Mazen citó también entre las razones de su dimisión que Israel no hubiera cumplido su parte. Volver a encarrilar la Hoja de Ruta exige el control de la violencia por ambas partes. Dado lo ocurrido en estos meses, y tras la ruptura de la tregua por parte de Hamás y la Yihad Islámica y la prosecución de la política de fuerza de Israel, no parece que ése sea un horizonte realista. Ayer mismo, en un ataque israelí horas después del anuncio de Mazen, resultó herido el líder religioso de Hamás, una organización que pasará a integrar las listas de grupos terroristas de la UE, según la decisión política adoptada ayer por los ministros europeos.

Quizá se vea ahora que la Hoja de Ruta impulsada por el cuarteto (EE UU, la UE, Rusia y la ONU) partía de un enfoque equivocado al intentar imponer a los palestinos un primer ministro que no quieren, para cortocircuitar a un presidente que fue elegido por ellos y que Washington e Israel ven como una rémora. La realidad se puede cambiar, pero no ignorar. La Hoja de Ruta era ya una ficción que se mantenía porque es la única que hay. Con la caída de Mazen se convierte en papel mojado. La comunidad internacional debe comenzar a plantearse seriamente el imponer una solución, pero hoy por hoy no parece que esté dispuesta. Lo previsible es que la situación empeore más todavía.

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