La ola de calor deja varios centenares de cadáveres sin reclamar en París
Decenas de indigentes han sido inhumados sin la presencia de familiares
No se conoce la cifra exacta pero el alcalde de la capital francesa, Bertrand Delanoë, admite que "varios centenares" de cuerpos esperan que sus familiares los reclamen para ser enterrados. "He puesto en marcha un grupo de veinte personas para que localicen a las familias de los muertos identificados". El alcalde se da de tiempo hasta el 1 de septiembre. La canícula y la indiferencia humana han creado este nuevo problema. Ante un número de fallecimientos inesperado, el depósito de cadávers de París se ha visto desbordado.
Se habla, para las tres primeras semanas de agosto, de 10.000 muertos más que en las equivalentes de 2002. "La semana del 11 de agosto tomé la decisión de alquilar diez camiones frigoríficos para liberar, si se me permite el término, los lugares normalmente destinados a conservar el cuerpo de los fallecidos" explicó el alcalde de París.
Esos camiones, que debían servir de solución momentánea, siguen haciendo funcionar sus motores en el aparcamiento de una zona industrial, protegidos por la policía. "Conservan 140 cuerpos, identificados pero que aún no han sido reclamados por nadie" dice Delanoë. En un hangar refrigerado, en el mercado de Rungis, el mayor de alimentación de Europa, también se guardan otros cien cadáveres.
El pasado 21 de agosto la prefectura de policía de París decretó que el período legal para la inhumación pasaba, provisionalmente, de seis días a diez. Pasados esos diez días la prefectura podrá ordenar el entierro. "No van a la fosa común sino a tumbas individualizadas. Si más tarde los familiares se dan a conocer, entonces podrán cambiar los restos mortales de tumba" expuso el secretario general del ayuntamiento, Pierre Guinot-Delery.
El cementerio destinado a acoger esos cuerpos es el de Thiais, en los alrededores de París, que tiene un gran espacio dedicado a quienes mueren indigentes, en la calle y abandonados de todos, en muchos casos sin identificar. De momento, el sábado pasado, se enterraron en el citado cementerio una cuarentena de personas que se sabía que carecían de familiares.
El ayuntamiento y la prefectura quieren resolver así un problema logístico y de sanidad pública. "Tenemos aún un cierto tiempo delante nuestro para que al drama de la muerte no se le añada el de la indiferencia", ha declarado Delanoë, para quien es indispensable que "los cuerpos sean conservados hasta el día 1 de manera adecuada y luego puedan tener la sepultura digna que se merecen".
Guinot-Delery ha admitido tener que afrontar "un problema sociológico importante. La indiferencia de ciertas familias es excepcional y plantea un problema que no tiene nada que ver con las dificultades administrativas y técnicas a resolver". En su opinión, la célula municipal de crisis que hoy entrará en funcionamiento debiera poder localizar entre 200 y 300 familias.
El primer ministro Jean Pierre Raffarin se ha puesto por su parte el primero de octubre como fecha límite para elaborar las grandes líneas de actuación del Estado para atender y proteger ancianos, minusválidos y personas enfermas. Al mismo tiempo confesó su "indignación" ante la imposibilidad de disponer de "estadísticas fiables de la mortandad causada por la canícula".
Las encuestas de opinión prueban ya que los franceses consideran que Raffarin no ha gestionado bien la crisis y ahora tanto él como el presidente, Jacques Chirac, intentan recuperar el terreno perdido. Ahora buscan retomar la iniciativa política y, sobre todo, ocupar el terreno mediático, asumiendo las críticas y sacrificando funcionarios como el anterior Director General de Salud.
Para Chirac, que desde su residencia de vacaciones en Canadá intervino en dos oportunidades ante los franceses para lamentar el atentado contra la sede de Naciones Unidas en Bagdad o la pérdida de la actriz Marie Trintignant, pero nada dijo de la hecatombe de ancianos provocada por el calor, también es muy importante que su retorno a Francia sea presentado como el momento en que la Administración retoma su velocidad de crucero y su eficacia proverbial, un poco como si ésta necesitase para funcionar de la mirada crítica y exigente del padre experimentado.
Plan especial para ancianos
El secretario de Estado para los ancianos, Hubert Falco, ha reclamado la puesta en marcha de un plan Marshall para poder atender a las personas enfermas o de edad avanzada. "En la actualidad viven en Francia 1.200.000 personas de 85 años o más y, en el plazo de 10 años, esa cifra se habrá duplicado. Basta con pensar lo ocurrido este verano con la canícula para poder imaginarse que el fenómeno puede repetirse y tomar una dimensión numérica aún mayor. La mayor parte de las personas fallecidas habían cumplido ya los 85. Y el país no está preparado. El 80% de los hogares de jubilados no tiene suficiente personal, el 20% de las camas necesitarían de una modernización inmediata. Como mínimo un 5% de esos hogares habría que cerrarlos de inmediato porque no reúnen unas condiciones mínimas".
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