Chirac preside la inhumación de los muertos sin reclamar fallecidos durante la canícula
España se hará cargo esta tarde del entierro en París del único español muerto no reclamado por su familia
El presidente francés, Jacques Chirac, ha encabezado en París las exequias de 57 personas fallecidas durante la canícula que no han sido reclamados por sus familiares. Por su parte, las autoridades españolas en la capital francesa se encargarán esta tarde de la inhumación de otro muerto olvidado, el español Juan Giner Cerezo, en el mismo panteón.
Chirac ha estado acompañado del alcalde de París, Bertrand Delanoe, en un acto se ha desarrollado en el cementerio parisino de Thiais, en la división 58, una zona reservada para indigentes. Los cuerpos reposarán en tumbas individuales en las que se inscribirán sus nombres, de manera que puedan ser identificados si son reclamados.
El entierro en el cementerio de Thiais de los fallecidos, que al morir tenían edades de entre 89 y 36 años, ha estado precedido de una ceremonia en las que se ha dado lectura a los nombres de cada uno. Como no se conoce la creencia que profesaban los muertos, se ha leído un texto poético de la cantante Barbara, seguido de varias canciones. Chirac no ha hecho declaraciones, pero fuentes de su entorno han precisado que, con su asistencia, ha querido "testimoniar la solidaridad de la nación" con los inhumados.
El entierro de Giner Cerezo
Por otro lado, el cuerpo sin vida del español Juan Giner Cerezo, que tenía 70 años, será enterrado a las cinco de esta tarde de forma "individualizada" también en Thiais, según ha precisado el cónsul de España en la capital, Fernando Perpiñá Robert. Las autoridades españolas han recibido ya el permiso correspondiente del Ayuntamiento de la capital francesa para recuperar sus restos mortales y ocuparse de las exequias. Además de Giner, en la relación de fallecidos no reclamados que fue publicada ayer por el diario Le Parisien figuraba Pedro Santamaria, nacido el 3 de abril de 1924 de padres españoles, pero nacionalizado francés desde 1965.
La excepcional ola de calor que azotó Francia en la primera quincena de agosto causó 11.435 muertos, según un cálculo oficial aún provisional. Esa alta mortalidad ocasionó el colapso de los servicios funerarios, lo que obligó a instalar camiones frigoríficos e incluso reservar un almacén en el principal mercado de abastos de París para guardar los cadáveres.
Las autoridades parisinas tuvieron que extender hasta dos veces el plazo que la ley marca para las inhumaiciones hasta que los servicios sociales encontraron a alguien capaz de dar sepultura a 325 fallecidos no reclamados. Sin embargo, el número de cuerpos fue reduciéndose hasta quedar ayer en 63 y, esta mañana, en 57.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.