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Las funerarias de Francia calculan que durante la ola de calor murieron 10.000 personas más que en 2002

El primer ministro Raffarin anuncia una investigación independiente sobre la cifra de víctimas

El presidente francés, Jacques Chirac, dirigirá hoy el primer consejo de ministros tras las vacaciones. Durante tres semanas, el jefe de Estado, desde Canadá, ha procurado mantenerse ajeno al drama que se desarrollaba en Francia, donde ancianos o enfermos no podían resistir la canícula. Chirac quería poner hoy punto final a la crisis, pero los datos proporcionados por Pompas Fúnebres Generales (PFG), la principal empresa francesa del sector, vuelven a alimentar la polémica: ya no se trata de 5.000 muertos más, sino de 10.400 para las tres primeras semanas de agosto.

A partir de sus 976 agencias, PFG hace una proyección sobre toda la geografía francesa. "Nosotros hemos enterrado a 3.500 personas más que en agosto de 2002, y eso nos permite calcular lo que habrán hecho otras sociedades", dijo un portavoz de PFG. "Hay que ser prudentes y dejar que sean personalidades competentes e independientes las que elaboren un registro riguroso del número de fallecimientos", reaccionó ayer el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin. Pero su llamamiento a la prudencia se asemeja demasiado a un intento de tapar la inactividad mostrada por su Gobierno.

"Un escándalo, señor ministro. No hay nada para los enfermos, y usted viene con retraso"
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La extrapolación de PFG puede no ser exacta en la medida en que se trata de un grupo que no está uniformemente implantado en el país. La costa Atlántica, con temperaturas algo inferiores, o Marsella o Montpellier, con buenos reflejos de prevención, desmienten, por ejemplo, la hipótesis de PFG. "En el centro de París la mortalidad aumentó, la semana del 13 al 19 de agosto, un 135%, y un 102% en toda la región. En Lyón ha habido un 126% más de fallecimientos; en Tours, un 177%", comentó la directora de Comunicación de PFG, que también dijo que "ni Mónaco ni Montpellier han conocido un auge de la mortandad".

Otras sociedades ligadas a los entierros -grabadores de lápidas, fabricantes de ataúdes- confirman, sin embargo, las estadísticas anticipadas por PFG y que los servicios ministeriales son incapaces de suministrar. "Entre el 4 y el 17 de agosto hemos hecho el doble de lápidas que el año anterior", constataba un representante sindical mientras la CGSM, líder en materia de construcción de ataúdes, decía "haber librado 10.000, cuando en agosto de 2002 sólo nos pidieron 3.000". La prensa local reconoce "haber duplicado el número de esquelas". Y también los médicos hospitalarios se anticipan a la burocracia ministerial al confirmar que "en nuestros centros, a partir de los datos de 200 servicios de urgencias, sabemos que han muerto a causa del calor entre 4.800 y 6.000 personas. Por eso, las cifras de PFG parecen plausibles".

Para el ministro de Sanidad, Jean-François Mattei, la crisis está lejos de haber pasado. Si el día 11 de agosto, por la noche, intervino, en manga corta y desde su residencia veraniega, ante las cámaras de televisión para decir "que no subestimaba nada porque no estaba advertido de nada", y el día 18 provocaba la dimisión de su director general al afirmar que los servicios de éste "no nos han transmitido las informaciones y señales de alerta de las que hubiéramos debido disponer", ahora se sabe que ese mismo día 11, a las 19.36, le fue enviado un mensaje en el que se le habla de "saturación de cámaras mortuorias debido a la canícula". Mientras el ministro proseguía sus vacaciones, un camión de las pompas fúnebres municipales recorría todo París con 30 cuerpos en su cámara frigorífica sin encontrar dónde depositarlos.

La puntilla a Mattei se la dio la televisión pública mostrando a una enfermera que, el día 13 de agosto, se negó a darle la mano mientras paseaba por un hospital acompañado de cámaras: "Es una vergüenza lo que pasa. No le doy la mano porque no tengo hielo para mis enfermos, no tengo de nada, y usted viene aquí con 15 días de retraso. Un escándalo, señor ministro". A Mattei se le heló la sonrisa.

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