Asunto ya del aire

De los 31 años de vida de Miguel Hernández, apenas los diez últimos están dedicados a la creación literaria. De ellos, un tercio lo ocupa la Guerra Civil y otro tercio lo pasó rodando de cárcel en cárcel, hasta su muerte en la de Alicante. Así las cosas, asombra la calidad de su abundante obra, y hasta se llega a comprender la dependencia, perjudicial, con que suele abordarse su lectura respecto de una existencia tan atropellada. Por eso es saludable la aparición de esta antología, que sitúa al autor en el marco histórico que le es propio, sin olvidar que la escritura debe mantener su capacidad de conmoción estética una vez desprendida de los avatares biográficos. Hernández nació literariamente rezagado, recorrió como una exhalación el camino de las vanguardias y del purismo, atravesó las etapas del surrealismo y del compromiso sociopolítico, y llegó en muy poco tiempo a su poesía terminal, humanísima de contenido y enjuta de expresión.

Recoger la estela de este torbellino no es una tarea cualquiera. Deséchese la idea de que nos encontramos ante una reducida selección antológica, como hay tantas al uso. En muchos aspectos, y pese a que se atiene a la Obra completa de 1992, la presente compilación pretende presentar los hallazgos que las últimas investigaciones han ido destilando. El volumen primero se dedica a la poesía. En vez de disponerse en orden cronológico los materiales están agrupados en secciones temáticas: naturaleza, amor, lo social, la guerra y los motivos líricos. Nada habría que objetar, si no fuera la diversa entidad de estos temas en los distintos libros del autor, así como la problemática segregación de esos núcleos: ¿dónde se coloca la raya divisoria entre poesía social y de guerra, o qué se acoge bajo el rótulo de "poesía amorosa" que no puede hacerlo bajo el de "poesía lírica"?

El segundo tomo, entre tanto, está ordenado linealmente. Junto a amplios trozos del teatro hernandiano, hay también una buena muestra de la correspondencia y de prosas líricas y periodísticas. Lo más llamativo es la integración de textos "originales y apócrifos de Miguel Hernández": ¿no es eso una contradicción de términos? Demasiado riesgo en una antología que, pese a trascender las limitaciones de los trabajos divulgativos, no es el mejor cauce para exponer las razones matizadas de dichas atribuciones. De su lectura resurge, en fin, un poeta cuyo poderío y singularidad evidenciaron tanto los elogios de Juan Ramón como las reticencias de Lorca y las reprobaciones de Cernuda.

Antología comentada. Miguel Hernández. Edición de Francisco Esteve (volumen I: Poesía) y Jesucristo Riquelme (volumen II: Prosa). Ediciones de la Torre. Madrid, 2003. 416 y 448 páginas. 15,19 euros cada uno.