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Powell dejará su cargo en 2005 incluso si Bush es reelegido

Enric González

Colin Powell abandonará la Secretaría de Estado en enero de 2005, cuando concluya el actual mandato de George W. Bush. El jefe de la diplomacia estadounidense ha informado ya a Bush, según The Washington Post, de su propósito de abandonar la política activa, sea cual sea el resultado de las elecciones, para dedicarse a impulsar programas educativos para negros y, sobre todo, disponer de más tiempo familiar. Los portavoces del Departamento de Estado negaron ayer que la decisión de Powell hubiera sido formalmente comunicada a la Casa Blanca.

Powell es la persona de más prestigio y popularidad personal en la Administración de Bush y es, con mucha diferencia, el miembro del Gabinete más apreciado en el extranjero. En realidad, Bush sólo se decidió a presentarse como candidato a la presidencia cuando Powell dejó claro que, por razones familiares (su esposa detesta la atención del público), no participaría en la carrera electoral.

El general en la reserva y ex jefe de Estado Mayor sigue siendo muy apreciado por los estadounidenses, aunque paradójicamente su moderación y sentido común han contribuido a aislarle dentro de un Gobierno en el que dominan los ultraconservadores. Antes de los atentados del 11-S llegó a especularse con la posibilidad de que dimitiera. Pero Powell, que se define a sí mismo como "un soldado", ha repetido varias veces que seguiría en su puesto mientras ese fuera el deseo del presidente. Según el Post, se sentiría libre de su compromiso tras las elecciones de noviembre de 2004. Por otro lado, seguiría con una tradición: ningún secretario de Estado ha encadenado dos mandatos en tiempos recientes. El Post señaló que el secretario de Estado sólo invocó razones personales para justificar la decisión ante Bush, y descartó que quisiera abandonar por desavenencias políticas.

Rice y Wolfowitz

El recambio más obvio para Powell sería Condoleezza Rice, consejera de Seguridad Nacional y muy próxima a Bush. Rice conoce bien la diplomacia, cuenta con la confianza del presidente y ostenta un papel protagonista en la crisis de Oriente Próximo. Tiene el inconveniente de no haber manejado nunca una burocracia tan grande como la del Departamento de Estado. Y sus amigos creen que, en el futuro, preferiría abandonar Washington para convertirse en gobernadora de California.

Un segundo aspirante, que valdría tanto para el Departamento de Estado como para el puesto de asesor de Seguridad Nacional, sería Paul Wolfowitz, subsecretario de Defensa e ideólogo del Pentágono. Wolfowitz, cabecilla de los neoconservadores que patrocinaron la invasión de Irak, cuenta con el apoyo de los sectores más derechistas, aunque algunos consideran que su formación y talante son demasiado teóricos y que le falta experiencia en la toma de decisiones. Otro candidato, autoproclamado a gritos, es Newt Gingrich, que fue líder de la Cámara de Representantes en los noventa y uno de los más feroces enemigos de Clinton.

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