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La Hoja de Ruta queda bloqueada ante el rechazo de Israel a liberar a los presos

Abu Mazen afrontará una moción de censura si vuelve de Washington con las manos vacías

El Gobierno israelí se debate en un mar de dudas y temores, con respecto a la liberación de los presos palestinos. La ambigüedad de esta situación, que se prolonga desde hace tres semanas, amenaza con paralizar indefinidamente la aplicación del plan de paz diseñado por Estados Unidos y establecido en la llamada Hoja de Ruta. Las dudas israelíes pueden provocar también una serie encadenada de catástrofes: primero la ruptura de la tregua establecida por los grupos radicales palestinos y a continuación la caída del Gobierno del primer ministro Abu Mazen.

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Todas las esperanzas están puestas ahora en el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, que se entrevistará mañana con Abu Mazen y el próximo martes con Ariel Sharon.

El comité interministerial israelí, creado por el primer ministro, Ariel Sharon, para examinar la puesta en libertad de los prisioneros palestinos, se reunió ayer en Jerusalén, sin llegar a una conclusión clara con respecto a la excarcelación de los detenidos.

Aunque los responsables de este Gabinete especial decidieron incrementar el número de presos que podían ser liberados, pasando de 350 a 530, e incluir entre ellos a militantes y simpatizantes de las organizaciones islamistas, optaron por retrasar la resolución oficial, al traspasar la decisión definitiva al Consejo de Ministros que no se reunirá antes de 11 días, una vez que Sharon haya viajado a Estados Unidos para entrevistarse con Bush.

Esta resolución ambigua es el resultado de un complicado debate interno surgido en el Gabinete de Sharon en el que se enfrentan los sectores ultraconservadores y nacionalistas, enemigos de cualquier puesta en libertad, con los sectores más pragmáticos y liberales, que defienden la tesis opuesta.

El sector intransigente está liderado por el ministro sin cartera, Guideon Ezra, ex jefe de los servicios secretos y miembro del ala dura del partido Likud, quien tiene a su lado apoyándole al ministro de Defensa, Saul Mofaz. Frente a ellos se levantan los liberales, con el jefe de filas del partido Shinui, el periodista y ministro de Justicia, Tommy Lapid, a su cabeza.

El debate interno del Gobierno se ve a su vez complicado por las presiones de Estados Unidos que trata por todos los medios de conseguir una actitud más generosa por parte del Gobierno israelí con respecto a los presos, para hacer avanzar el proceso de paz.

La situación de bloqueo en la que los israelíes han colocado el tema de la liberación de los presos palestinos podría quedar aclarada mañana, en el transcurso de la visita que el primer ministro palestino, Abu Mazen, realizará a la Casa Blanca, donde por primera vez el presidente de la actual Administración republicana recibirá a un líder de la Autoridad Nacional Palestina.

El futuro político del jefe de Gobierno palestino depende de esta reunión, ya que a su vuelta a los territorios le espera una reunión clave del Parlamento, ante la que se encuentra planteada una moción de confianza con respecto a su estrategia y negociaciones con Israel.

Por su parte, las organizaciones radicales palestinas, encabezadas por Hamás y Yihad Islámica, volvieron ayer a alzar la voz, amenazando con romper unilateralmente la tregua decretada hace tres semanas en la Intifada, si no se resuelve el tema de los detenidos y se pone en libertad a todos ellos. Mohamed al Hindi, líder de Yihad Islámica, ha asegurado que "el asunto de los prisioneros será la razón más importante para la anulación de la tregua". Paradójicamente, los fundamentalistas habían colocado ayer todas sus esperanzas en las presiones que el presidente George W. Bush pueda hacer sobre el Gobierno de Ariel Sharon.

El primer ministro israelí, Ariel Sharon, ayer en el Parlamento.
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, ayer en el Parlamento.ASSOCIATED PRESS

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