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LA POSGUERRA DE IRAK
Columna
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Sin mandato, pero buscándolo

Andrés Ortega

Fuerzas españolas empezarán a partir esta semana rumbo a Irak. Van sin un mandato de la ONU, subordinadas a las fuerzas ocupantes. No se trata de una operación de paz, sino de ocupación y mantenimiento del orden. La Resolución 1.483, adoptada por unanimidad el 22 de mayo pasado por el Consejo de Seguridad, se limitó a "tomar conocimiento" de la carta dirigida por EE UU y el Reino Unido sobre su situación en Irak como "potencias ocupantes bajo un mando unificado", reconociendo su "autoridad, responsabilidad y obligaciones". No legitimó la invasión a posteriori. No dio un mandato a estas tropas ocupantes, ni a esos "otros Estados, que no son potencias ocupantes, están realizando tareas, o quizás lo hagan en el futuro, en el marco de la Autoridad", como es el caso de la fuerzas españolas. Es muy diferente de lo que ocurrió en Afganistán, caso para el que el Consejo de Seguridad (1.386) autorizó la creación de una Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad.

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Si no van otras tropas internacionales, EE UU podría llegar a sus límites de capacidad de despliegue de fuerzas de tierra en la zona. Si dobla sus efectivos presentes, con la necesaria rotación habrá paralizado la parte más sustancial de sus efectivos. El unilateralismo tiene límites prácticos. Tras Rumsfeld, puede volver a prevalecer Powell. La guerra no es lo mismo que la posguerra, especialmente cuando empiezan a crecer las críticas demócratas por la gestión de esta situación, y a caer Bush en los sondeos.

Si no consigue la contribución internacional que esperaba es por falta de aval de la ONU. El propio Powell ha declarado que la 1.483 es suficiente para muchos países, pero no para los que más importa. Así, India se ha negado a participar, cuando Washington contaba con que mandaría 17.000 soldados. Muchos se están percatando de que no está en su interés que Irak caiga en el caos, y sí ayudar a Washington a salir de su incompetencia. Las relaciones transatlánticas se podrían recomponer en la posguerra de Irak si la Administración de Bush acepta pasar por Naciones Unidas y reforzar su papel, además de, como indica un informe del Centre for European Reform de Londres, reconsiderar su posición de excluir de la labor de reconstrucción de Irak a los opuestos a la guerra. Powell ha hecho algunos guiños, y en Nueva York, las cosas han empezado a moverse. Rusia, Alemania, e incluso Francia, además de Chile, están dando pasos hacia una nueva resolución (aunque por detrás hay, también, un pulso sobre el proceso político para que la ONU recupere autoridad, se celebren cuanto antes elecciones e Irak deje de ser gobernado por EE UU).

Es de lamentar que, una vez más, el Gobierno español haya desaprovechado esta ocasión de haber encabezado ese movimiento, especialmente cuando este mes ocupa la presidencia del Consejo de Seguridad. Cabe preguntarse qué papel quiere cumplir en sus dos años en este asiento.

La imagen que ha quedado de Aznar entre sus socios de las Azores no es todo lo buena que parece. Apoyó el camino hacia la guerra, pero cuando llegó la hora de la verdad, reculó y no mandó soldados. Ni siquiera logró hacer girar a Chile y México. Naturalmente que Bush y Blair han preferido Aznar a Chirac. Pero al final han encontrado inconsecuente la posición española, con unas críticas que se escuchan. Ante la guerra, de las seis -pues fueron seis las opciones militares que tuvo ante sí el Gobierno-, al final, ante el temor a la reacción de la opinión pública, optó por la menos comprometida: el envío de un buque hospital más otras unidades de apoyo. La primera opción contemplaba la plena participación en los combates, incluido el portaaviones Príncipe de Asturias. Y así, se constata que esta España no tenía lo que hay que tener: no sólo voluntad, sino medios. De nuevo, ante el envío de tropas para la posguerra, queda de manifiesto la escasez de medios militares. 8.000 millones de euros anuales del presupuesto de Defensa pueden resultar escasos, especialmente para el ansia de grande, pero, ¿al menos se gastan bien? En todo caso, suerte a los que se van allá.

aortega@elpais.es

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