Un tribunal marroquí condena a muerte a diez integristas tras los atentados de Casablanca
Los acusados fueron detenidos antes de los atentados que costaron la vida a 44 personas
El Tribunal de Apelaciones de Casablanca dictó ayer 10 condenas a muerte en un proceso contra 31 islamistas, miembros de Salafia Jihadia, un grupo marroquí prohibido desde los atentados que, el 16 de mayo, costaron la vida a 44 personas en esta ciudad marroquí. Las 10 condenas a muerte, dictadas contra integristas que no participaron en los ataques, representan el principio de una guerra sin cuartel contra los integristas marroquíes, responsables según las autoridades de los sangrientos atentados de mayo, en los que murieron cuatro ciudadanos españoles.
Se trata del primer proceso contra un grupo islamista tras los atentados de Casablanca, en los que participaron 14 suicidas. La dureza de las condenas se ha producido a pesar de que todos los acusados habían sido detenidos antes de los ataques, durante varias investigaciones por asesinato y agresión.
En los próximos meses se esperan otros procesos en diferentes ciudades marroquíes, que acabarán sin duda con nuevas condenas a muerte contra alguno de los 200 detenidos en el marco de las campañas lanzadas contra medios integristas tras los atentados. La investigación, que prosigue, ha conducido hasta ahora a la inculpación de 187 personas "directa o indirectamente" relacionadas con los atentados, según una encuesta realizada en las fiscalías de Casablanca, Rabat, Kenitra y Tánger. Casi todos están acusados de pertenecer a la organización Salafia Jihadia.
Al mismo tiempo, cerca de 60 presuntos integristas han sido inculpados por varios tribunales por diferentes cargos, como incitación a la violencia, pertenencia a banda criminal o secuestro.
Las autoridades judiciales marroquíes parecen decididas a sancionar con severidad la afiliación a los grupos integristas prohibidos, asimilados a organizaciones terroristas y, por tanto, sometidos a una nueva legislación antiterrorista muy dura, adoptada tras los atentados de mayo.
Para el grupo de Yusef Fikri, la sala criminal del Tribunal de Apelaciones de Casablanca, que actuó en primera instancia, dictó, además de las 10 condenas a muerte, penas de prisión a perpetuidad contra ocho personas; de 20 años de prisión contra siete, y de 10 años contra otras cinco. Un acusado recibió una pena de un año.
Yusef Fikri, de 25 años, bautizado como el Emir de la sangre por la prensa marroquí, responsable del grupo, reconoció ante el tribunal haber "matado a enemigos de Dios". Ha sido condenado a muerte al mismo tiempo que Mohamed Damir, considerado como su lugarteniente.
Los otros ocho condenados a muerte, de 27 a 38 años de edad, lo han sido por asesinato en el marco de diferentes crímenes comedidos durante los últimos dos años o por intento de asesinato.
Sus defensores tienen ocho días para presentar un recurso. En cualquier caso, actualmente hay 64 personas condenadas a muerte en Marruecos, donde la pena capital no se aplica desde 1993. En enero de 1965, tres jóvenes islamistas fueron condenados a muerte por los atentados contra un hotel de Marraquesh, en los que murieron dos españoles, y todavía no ha sido aplicada.
Tras el anuncio de las primeras penas capitales, desde el banco de los acusados comenzaron a oírse gritos de Alá Akbar (Alá es grande). "Vas a morir como un mártir", dijo Damir a otro de los inculpados.
Los abogados de la defensa señalaron que se habían producido irregularidades en el proceso, imprecisiones en las investigaciones policiales y que no hubo pruebas de cargo.
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