Embriones
La ministra de Sanidad y Consumo ha anunciado que el Gobierno estudia un cambio en la legislación sobre la investigación con células madre embrionarias y el uso, para este fin, de los embriones congelados sobrantes de los procesos de fecundación asistida. Hasta ahora, este tipo de investigaciones estaba prohibido en nuestro país, lo que ha tenido como consecuencia, por ejemplo, que científicos como Bernat Soria, autor de avances en la posible utilización de células madre para curar la diabetes, hayan tenido que desplazar parte de sus investigaciones hacia otros países.
Por otra parte, la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, en el año 2000, y el Comité Asesor de Ética, en marzo pasado, han recomendado el cambio en la normativa que ahora se anuncia. Existe en la actualidad un número indeterminado de embriones, cifrado entre 40.000 y 200.000, producidos en los tratamientos de fecundación asistida y congelados en las clínicas especializadas, para los que no se prevé salida alguna y cuyo destino no parece ser otro que la destrucción o la utilización con fines de investigación médica.
El cambio de actitud anunciado por la ministra, que podría materializarse en un proyecto de nueva Ley de Reproducción Asistida que viera la luz este mes de julio, coincide con la modificación de la postura mayoritaria en la Unión Europea, decantada ahora por la financiación de este tipo de investigaciones con cargo a los fondos comunitarios en todos los países cuya legislación nacional lo permita, poniendo así término a la moratoria actualmente en vigor. Cabe señalar que dos países, Alemania e Italia, mantienen una postura contraria por razones ideológicas divergentes: las prevenciones ecologistas de Los Verdes alemanes por una parte y las morales del Gobierno conservador italiano, influido por la Iglesia católica, por la otra.
Se trata, sin duda, de una buena noticia que necesita ahora traducirse en hechos, lo que implica que la tramitación de la ley en nuestro país resista las presiones de los sectores más conservadores y se realice a un ritmo que permita su aprobación definitiva en esta legislatura. Si las perspectivas ahora abiertas no se materializan en tiempo y forma, habrá una enorme decepción entre los científicos, pero, sobre todo, por parte de los dos millones de diabéticos y de pacientes de otras enfermedades, como el Alzheimer o el Parkinson, que podrían beneficiarse en el futuro del resultado de estas investigaciones.
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