Fernán-Gómez desvela sus dificultades frente a un volante
El actor y escritor inauguró un nuevo ciclo sobre cine y automóvil
"Nunca creí que llegaría a ser un gran trágico" y "Prefiero escribir antes que actuar". Fueron algunas de las respuestas de Fernando Fernán- Gómez a las preguntas que le formuló el guionista Enrique Brasó sobre el arte de actuar, dentro del ciclo de cine sobre el automóvil que desde ayer y hasta el próximo 27 de junio se celebra en el Círculo de Bellas Artes organizado por la Fundación Eduardo Barreiros.
El diálogo que mantuvieron Fernán-Gómez y Brasó, autor del libro Conversaciones con Fernán-Gómez (Espasa-Calpe), fue la primera de las charlas que forman parte del III Ciclo de Cine sobre el Automóvil. En ellas participarán actores como Juan Luis Galiardo o Álvaro de Luna, directores de cine como Manuel Gutiérrez Aragón o Agustín Díaz Yanes, y en el ciclo se proyectarán diversas películas en las que existe relación entre el cine y automóvil. La primera de ellas fue Los ángeles del volante, de Ignacio F. Iquino.
Fernando Fernán-Gómez confesó que poco sabía de automóviles, ya que no sabe conducir, y que en todas las ocasiones en las que tuvo que colocarse al volante en el cine no era él el que guiaba el vehículo. "A los que ignoran este trabajo puede parecerles increíble que mientras un actor aparenta conducir otra persona pise los pedales escondido bajo el volante, pero no es extraordinario", relató Fernán-Gómez para explicar cómo interpretó sus papeles cuando debía aparentar que conducía.
El actor habló del trabajo de los cómicos, de sus deseos juveniles de llegar a ser un galán joven, de las diferencias entre los actores de antes y los que se dedican al oficio de la actuación ahora. Habló de la profesionalidad y de los buenos y malos actores. Su intervención fue una lección magistral sobre el arte de actuar. Alabó el trabajo de los actores españoles en estos momentos. "Se pueden comparar con los grandes genios de la interpretación de otros países", afirmó.
Habló de sus deseos y dijo que a pesar de que hubiese querido ser un gran escritor, consideraba que estaba mejor dotado para el oficico de actor. "Esta preferencia se ha agudizado con el paso del tiempo. Con más de 80 años estoy mejor y más tranquilo escribiendo en casa que actuando". Sin embargo, ese anhelo no le ha causado ninguna frustación porque considera que ha llegado a ser "un gran actor trágico".
Lo único que hubiese cambiado en su vida, aunque no sabría bien cómo hacerlo, es todo lo relacionado con su administración económica. "Pensé que el éxito iba acompañado de lujo, riqueza y una desahogada situación económica. Conseguí el éxito, pero no sé qué es el lujo. Ni tan siquiera ahora, cuando todo son recuerdos y no proyectos".
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