Benjamín Prado publica nueve relatos con autores invitados

Benjamín Prado (Madrid, 1961) define Nunca saldré vivo de este mundo (Alfaguara), en el que reúne nueve relatos, como un género nuevo. "Es el primero, por lo que yo sé, con autores invitados a la manera de las estrellas del rock and roll", explica el escritor que ha convertido a Javier Marías en personaje de uno de los cuentos, mientras que Vila-Matas, Almudena Grandes y Juan Marsé colaboran en algunas de las historias que se narran.

Mientras escribía el primero de los nueve relatos, Hay que matar a Roco, Benjamín Prado decidió convertir a Javier Marías en el antiguo inquilino del piso donde reside el protagonista. Cuando le envió el cuento al autor de Corazón tan blanco para que le diera su autorización, éste no sólo le dio permiso para utilizar su nombre, sino que le fue enviando en sucesivos faxes "sutiles recomendaciones" sobre cómo abordar el cuento. Después continuó "la broma" pidiéndole a Vila-Matas que se describiera a sí mismo, a Almudena Grandes que iniciara un cuento y a Juan Marsé que le prestara un borrador sobre un cuento para Las banderas son para los idiotas, con el que cierra el libro, un alegato contra los que aprovechan el nacionalismo para "explotar enfrentamientos, fingir agravios, avivar tópicos o transformar su cultura en una frontera y su idioma en una barricada", escribe en el libro el propio autor.

Jamás saldré vivo de este mundo, el relato que da título a la obra, fue redactado hace seis años y publicado en EL PAÍS, pero ya entonces tuvo claro que quería escribir un libro de cuentos sobre tipos normales que acaban envueltos en peripecias extraordinarias y cómo el azar y la aventura acaban marcando buena parte de su vida. "Todos los cuentos tienen un componente fantástico, y como primera medida decidí que todos los protagonistas debían tener la condición de extranjeros. Cuando estás fuera del lugar donde vives, la realidad parece menos concreta y hace que te sientas más inseguro", explica Prado, que aprovechó estancias en La Habana, Lima, Managua o Copenhague para escribir la mayor parte de las historias.

Antes de emprender el viaje, Prado ya conocía el tema que iba a tratar en cada relato, pero una vez en el sitio se plantearon nuevas situaciones con las que no había contado y que cambiaron sustancialmente el punto de vista del autor. "Los relatos son como las maletas, que vas metiendo cosas a medida que viajas".

Sorpresa final

Prado, que alterna la publicación de ensayos con las novelas y la poesía, considera que un buen relato debe tener un buen principio y una sorpresa final. "Las novelas van creciendo poco a poco, pero los poemas surgen de pronto. La novela requiere una estructura más complicada. Hemingway decía que la diferencia entre una novela y un relato es que la novela la ganas por asaltos y el relato o lo ganas por KO o no lo ganas". Como la mayor parte de los despistados, Prado se define como un metódico absoluto. "No me fío de nada que no tenga absolutamente controlado", añade el autor de Raro, que ya trabaja en otra novela cuyo tema central es la hipocresía.