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Reportaje:EL MISTERIO DE CRISTÓBAL COLÓN

Los huesos más zarandeados del mundo

Un recorrido por las investigaciones que tratan de aclarar el lugar donde reposan los restos del navegante

Americanistas y colombinistas de todas partes han debido contener el aliento unos instantes, tras conocer la noticia: un grupo de expertos, comandados por el profesor José Antonio Lorente, de la Universidad de Granada, se propone someter a las pruebas de ADN los diversos restos, presuntos o auténticos, de Cristóbal Colón y familiares directos. Objetivo: desenredar uno de los embrollos más famosos de la historiografía moderna.

En los preparativos de Expo 92, como asesor ejecutivo de la Junta de Andalucía, recibí el encargo de revisar el estado en que se encontraban las investigaciones relativas a los restos del almirante, pues de nuevo la República Dominicana reclamaba la autenticidad exclusiva de los que se guardan en aquella isla, y pretendía participar en la muestra universal con ese blasón. Para ponerme al día, acudí a una autoridad en la materia, como era don Don José de la Peña Cámara (muerto en 1995), gran historiador sevillano, que fue, entre otras cosas, director del Archivo de Indias. También me reuní con otras personas, entre ellas algunos miembros de la familia Pickman, herederos del fundador de la fábrica de loza que sucedió al antiguo monasterio de La Cartuja, donde Colón y otros miembros de su familia habían sido enterrados. Unos descendientes de don Carlos Serra Pickman (1881-1951), nieto del creador de la fábrica, guardaban todavía, entre otros valiosos documentos, un trabajo de investigación de su antepasado que describe minuciosamente los avatares de los distintos colones en el Monasterio; este texto, imprescindible, no se publicó hasta 1992, en un claro acierto de Pedro Romero de Solís y Graciela Fernández de Bobadilla. (BCH, Sevilla).

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En ese libro, el marqués de Serra sostiene, con toda clase de argumentos, que los restos de Colón jamás salieron de su enterramiento provisional de la Cartuja de Sevilla. (También lo creía así el profesor Jiménez Fernández). Y para mejor prueba, el 13 de mayo de 1952, mandó excavar en el suelo de la llamada capilla de los Colones, ante una nutrida representación de académicos, historiadores, médicos forenses, cabildos municipal y catedralicio, prensa... Y exactamente donde él decía, en un lugar central de la cripta, aparecieron los huesos de lo que él aseguraba eran los verdaderos de Cristóbal Colón. Pero la comisión de los presentes, en su dictamen, se limita a dar descripciones meramente anatómicas. La interpretación que hacen los editores de Serra es que Franco mandó echar tierra al asunto (nunca mejor dicho), para no indisponerse ni con la República Dominicana (una de las pocas con las que mantenía relaciones), ni, sobre todo, con el difícil cardenal Segura, de Sevilla, celoso guardador de los "verdaderos" restos del Almirante. Esos despojos acabaron metidos en una caja que la fábrica de loza trasladó con sus demás enseres al nuevo emplazamiento de Santiponce, y que ahora pasan por ser los de Diego, el hermano del Descubridor, en su viaje a Granada acompañando a los del mausoleo de la catedral y a los de Hernando Colón.

Como conclusiones de aquellas pesquisas saqué, en primer lugar, que es prácticamente imposible asegurar, por métodos convencionales, que lo que hay en la catedral de Sevilla sean realmente los huesos de don Cristóbal, y que como mucho serán una parte de una parte, y bien pequeña por cierto. En segundo lugar, que no hay que despreciar la hipótesis de que los restos del almirante jamás salieran de Sevilla, basada en el hecho, entre otros, de que no hay ningún documento fehaciente de la época que así lo acredite. Ni siquiera existe acuerdo sobre la fecha, que pudo ser entre 1536 y 1544. Tal vez los monjes cartujanos engañaron a la nuera de Colón, doña María de Toledo, empeñada en el traslado a Santo Domingo. La razón para este posible escamoteo es bien sencilla, y nada patriótica: Diego Colón, hijo del almirante y esposo de Doña María, mantenía un criterio bien distinto al de su mujer, y dejó en su testamento 10.000 maravedíes anuales para el monasterio cartujano "mientras permanezca en él enterrado el cuerpo de su padre" (De la Peña). Y finalmente: supuesto que alguna parte de los sufridos huesos del Almirante llegaran a Santo Domingo, una vez allí volvieron a padecer diversas divisiones y escamoteos, tanto para llevarlos a Cuba como posteriormente para enviarlos a Sevilla.

El escritor Joaquín Romero Murube solía contar una anécdota que conocía de primera mano: cuando llegó a España el féretro, en 1899, el capitán general que lo recibía, mandó abrir la urna e inmediatamente cerrarla, tras soltar un sonoro taco. Y otro general exclamó: "¡Valiente mistificación se ha operado aquí!".

Una historia llena de episodios

- 1506. La muerte sorprende a Cristóbal Colón en Valladolid, donde es enterrado.

- 1509 (11 de abril). Llegan a Sevilla los restos de Colón, desde Valladolid, y son enterrados en el Monasterio de La Cartuja.

- 1536. Una nuera del almirante, doña María de Toledo, casada con Diego Colón, convence a Carlos V para que ordene el traslado de los restos del suegro a Santo Domingo. El emperador otorga hasta cuatro cédulas.

- ¿1536, 38, 40...? En uno de esos años se produce el supuesto traslado a Santo Domingo.

- 1795. El 22 de julio de ese año, Carlos IV, en virtud del tratado de Basilea cede a Francia la mitad de la isla La Española. El 20 de diciembre se ordena la exhumación de los restos y su traslado a Cuba, para mayor seguridad.

- 1796. El 15 de enero llegan a la Habana esos restos.

- 1841. El Marqués de Pickman crea la fábrica de loza de La Cartuja sobre el antiguo monasterio sevillano.

- 1877. Con motivo de la realización de unas obras aparece, sorprendentemente, en el presbiterio de la catedral de Santo Domingo, un cofre que dice albergar los restos de Cristóbal Colón. Investigadores españoles se apresuran a afirmar que se trata de un nieto del Almirante, del mismo nombre.

- 1898. Tras el desastre y la pérdida de Cuba, las autoridades españolas ordenan trasladar los restos de Cristóbal Colón a la catedral de Sevilla.

- 1950. Una comisión de expertos, presidida por el catedrático don José Hernández Díaz, examina otros restos, descubiertos en la Cartuja siguiendo precisas indicaciones de Carlos Serra Pickman, nieto del fundador de la fábrica de loza. Sin embargo, la comisión sólo emite un dictamen anatómico.

- 1973. Grandes rotativos de todo el mundo dan la noticia de que el 30 de octubre la prestigiosa firma Sotheby sacará a pública licitación dos relicarios con "polvos de los restos de Cristóbal Colón".

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