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Reportaje:

Fidel se da un baño de masas

El presidente cubano encandila a 10.000 jóvenes en un discurso en las escalinatas de la Universidad de Buenos Aires

Ayer, poco antes del amanecer, Fidel Castro partió de regreso a Cuba y los funcionarios del Gobierno argentino se sintieron aliviados. Es como si un imprevisto huracán hubiera azotado Buenos Aires. Abrigado con los aplausos de los legisladores en el Congreso, estimulado el acoso de los militantes de izquierda que cercaron el hotel donde se hospedó y le siguieron a cada paso como si fuera un legendario ídolo del rock, Fidel se enfrentó al frío nocturno del otoño despidiéndose de sus seguidores con un mitin al aire libre en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Unas 10.000 personas rendidas de admiración siguieron atentamente su discurso de casi tres horas.

Era la tercera vez que el presidente cubano visitaba Argentina, pero nunca antes había tenido un perfil político tan destacado. Este viaje sólo podría compararse con el que realizó a Chile a comienzos de los setenta, bajo el Gobierno del socialista Salvador Allende, y el que hizo a la Venezuela de Hugo Chávez en octubre de 2000.

El acto organizado por el Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho debía realizarse en el aula magna a las siete de la tarde, pero la cantidad de jóvenes que pugnaban por un sitio desbordó las previsiones. El pequeño estrado y la megafonía se mudaron al aire libre y se colocaron al final de la escalinata de la entrada del edificio, debajo de una enorme pantalla instalada para retransmitir la conferencia. A las nueve de la noche, la multitud cortaba ya la amplia avenida de Figueroa Alcorta del barrio de La Recoleta.

Fidel Castro comenzó a improvisar su discurso rodeado de una guardia cubana impenetrable. Enseguida, el líder cubano dijo sentirse "como en la plaza de la Revolución", se quitó el abrigo y se paseó durante tres horas en tono didáctico por todos las cuestiones históricas y de actualidad.

A solicitud de los estudiantes, Fidel recordó anécdotas de Ernesto Che Guevara, a quien destacó como "uno de los hombres más extraordinarios". Después se dedicó a resaltar los logros de la revolución cubana en educación y salud a pesar de los "44 años de bloqueo" económico de EE UU. Como si conversara con la muchedumbre, en términos coloquiales, Castro dijo: "Es asombroso que nos pregunten cuándo va a haber elecciones en Cuba. Yo les pregunto entonces: '¿Cuánto hay que ser de multimillonario para alcanzar la presidencia de Estados Unidos?". Al calor de la arenga, Castro se disculpaba porque no podía referirse a la política argentina, pero aludió directamente al ex presidente Carlos Menem cuando felicitó al pueblo por haber hundido "en la fosa más profunda del Pacífico" al que consideró un "símbolo" de la globalización del modelo neoliberal. Los jóvenes reaccionaban con aplausos y cánticos: "Olé, olé, olé, Fidel, Fidel", "Cuba, Cuba, Cuba, el pueblo te saluda".

Castro parecía recobrar a su vez la pasión de otros tiempos cuando se refería a la política exterior de Estados Unidos: "Nosotros no mandamos bombas a otros pueblos, ni miles de aviones a bombardear ciudades. Nuestro país no posee armas nucleares, ni armas químicas, ni armas biológicas (...) Nunca lanzaríamos ataques sorpresivos ni preventivos contra ningún oscuro lugar del mundo, pero sí seríamos capaces de mandar los médicos que se necesiten a los más oscuros rincones del mundo".

El mismo lunes, el líder cubano aprovechó la oportunidad de retransmitir su mensaje político en dos actos de homenaje al general San Martín y a José Martí. Después, en un salón del hotel donde se hospedó, acabó trepándose a una mesa para tomar fotografías desde allí a los invitados de la Embajada cubana en Buenos Aires. Fueron en total menos de 40 horas de estancia, pero bastaron para que Fidel Castro revolviera en Buenos Aires la historia, las cenizas y los rescoldos del fuego ideológico que incendió el país en la década de los setenta.

Fidel Castro se dirige a los estudiantes a las puertas de la Facultad de Derecho en Buenos Aires.
Fidel Castro se dirige a los estudiantes a las puertas de la Facultad de Derecho en Buenos Aires.EFE

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