Arranca la cuenta atrás de la primera misión europea a Marte
Europa busca indicios de vida en Marte. Ayer empezó en Londres la cuenta atrás de la primera misión liderada por la Agencia Europea del Espacio (ESA) a un planeta: el lanzamiento de Mars Express, la sonda espacial que partirá el próximo 2 de junio desde Kazajstán con destino al planeta rojo. Si todo va bien, Mars Express, alcanzará el plante vecino a finales de diciembre. Seis días antes de entrar en su órbita final se desprenderá de la cápsula espacial Beagle 2, que deberá llegar al suelo marciano poco antes de la tres madrugada del día de Navidad de 2003, hora de Londres, planeta tierra.
Beagle 2, que lleva también instrumentos de EE UU, Rusia, China y Japón, tiene como objetivo principal la búsqueda de agua y de algún rastro de vida en Marte. "No sabemos lo que ha ocurrido en ese planeta en el pasado. Qué ocurrió para que Marte se volviera seco, ese mundo frío que vemos hoy", explica el español Agustín Chicarro, responsable científico de la misión. "Con Mars Express queremos averiguarlo todo, queremos tener una visión global del planeta, su historia, su geología, cómo ha evolucionado. En una palabra, su planetología", dice.
Beagle2 es una pequeña cápsula de menos de 30 kilos de peso, que lo mismo recuerda a una gran ostra, a la típica olla china llamada wok o al revolucionario aspirador robot lanzado por una conocida marca escandinava. La sonda, bautizada con el nombre del buque en el que Charles Darwin realizó su histórico viaje por los mares del hemisferio Sur, lleva diversos sensores, un acelerómetro, espectrómetros, tres cámaras y un analizador de muestras.
La Mars Express permanecerá en órbita alrededor del planeta rojo al menos durante un año marciano (687 días terrestres. La cápsula Beagle2 se posará en una zona ecuatorial del planeta, probablemente inundada en el pasado.
La cuenta atrás del proyecto arrancó ayer en Londres, cuando a las tres menos cuarto de la tarde -una hora menos en la España peninsular- lord Sansbury, multimillonario, propietario entre otras cosas de una de las mayores cadenas de supermercados y responsable de Ciencia del Gobierno laborista del Reino Unido, pulsó el botón del reloj oficial. Señal quizá de precariedad de medios o de genialidad científica, el aparatoso reloj de la cuenta atrás se aposentaba de mala manera en una sencilla mesa tablero. Antes hubo una hora y cuarto de interminables discursos en la que se entremezclaron la satisfacción por este proyecto y la reivindicación de recursos más generosos para el futuro.
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