Bush prepara una dura respuesta a Castro
Discrepancias en el exilio cubano sobre las medidas a tomar tras las ejecuciones
En el espacio político más importante de la televisión de EE UU, Meet the Press, el presentador le preguntaba hace unos días al jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, si Cuba estaba "en la lista de países que pueden correr la misma suerte que Irak"; si tras la ola de represión a disidentes políticos y ejecuciones sumarias "EEUU tiene planes para liberar a Cuba". Rumsfeld respondió que tal opción no está hoy en el radar de Washington, pero matizó: "A menos que posean armas de destrucción masiva". Y continuó: "Si nuestro país es amenazado, entonces la primera responsabilidad del Gobierno es proteger la seguridad nacional".
Ese tipo de preguntas eran impensables antes de la guerra de Irak, pero en el contexto actual son indicativas de la tensión entre EE UU y Cuba. La retórica de confrontación ha escalado a los niveles más altos de sus más de 40 años de guerra fría. Públicamente, casi todas las acusaciones han partido de La Habana, que después del aluvión internacional de críticas por los fusilamientos y la persecución de opositores culpó de ello a EE UU. Fidel Castro acusó primero a George W. Bush de fomentar la subversión en Cuba a través de la sección de intereses (embajada), amenazando con cerrarla, y en su discurso del Primero de Mayo aseveró que Washington planea asesinarle e invadir el país, en complicidad con el exilio de Miami.
Hasta el momento, EE UU ha respondido restringiendo los movimientos de diplomáticos cubanos en Washington y advirtiendo al Gobierno cubano que los secuestros aéreos afectan a la seguridad nacional y, si no actúan para evitarlos, podría haber consecuencias. También las habría si se produjera un éxodo marítimo hacia Florida. Lo que EE UU no ha especificado es qué tipo de consecuencias.
Kevin Whittaker, jefe de la Oficina de Cuba en el Departamento de Estado, afirma que si hubiera una "inmigración masiva, ilegal y desorganizada sería nuestra responsabilidad responder". El diplomático señala que "Cuba amenaza con una crisis migratoria en la que no estamos interesados".
Whittaker se reunió el 25 de abril con el jefe de la sección de intereses de Cuba en Washington, Dagoberto Rodríguez, para transmitirle su "preocupación por los recientes secuestros". Cuba interpretó la advertencia como una amenaza, que para Whittaker no es sino un intento de desviar la atención de lo que está pasando en Cuba. "Quieren sustituir los titulares con otras historias, en particular con una que se enfoque en las relaciones bilaterales".
Algunos observadores opinan, sin embargo, que EE UU está induciendo indirectamente un éxodo. Anya Landau, analista del Center for International Policy, señala que el Departamento de Estado "está incumpliendo su compromiso migratorio" de conceder 20.000 visas anuales. Desde octubre sólo ha emitido 670. La emigración ha sido una vía de escape para La Habana durante las peores crisis económicas, como la actual, subraya Landau. Y el cierre de esa salida aumentaría la asfixia económica, a la que ha contribuido la ilegalización de los viajes culturales a Cuba, impuesta por el Departamento del Tesoro el mes pasado (más de 25.000 norteamericanos viajaron bajo ese programa en 2002).
Oficialmente, EE UU no ha elaborado una respuesta a la reciente represión política, pero de acuerdo a fuentes próximas a la Casa Blanca lo hará en las próximas semanas, y girará en torno a un endurecimiento del embargo recortando las remesas familiares y los viajes. La tardanza se debe en parte a la disparidad de opiniones entre el exilio -con los que siempre ha contado el Gobierno-, que ya no es un bloque monolítico. Sólo el sector más conservador y con más influencia, encabezado por los cuatro congresistas cubano-americanos, apoya otra vuelta de tuerca al bloqueo. "Castro tiene los días contados, pero hay que seguir reforzando el embargo y ayudando a los disidentes", afirma el congresista Mario Díaz-Balart.
Otros grupos, como la Fundación Nacional Cubano-americana (FNCA), se ha desplazado al centro y cree que EE UU "no puede dejarse chantajear por Cuba", puntualiza el director de esa organización, Joe García. La FNCA está en contra de eliminar las remesas y los vuelos directos. Aún más lejos va el presidente de Cambio Cubano, Eloy Gutiérrez Menoyo, partidario de un diálogo "más que nunca necesario para conseguir cambios pacíficos". Bush podría anunciar la nueva estrategia el 20 de mayo, aniversario de la independencia cubana, día que también se cumple un año del emplazamiento que hizo a Castro para celebrar elecciones y liberar a los presos políticos como "requisitos mínimos" para normalizar de relaciones.
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