El irresistible regreso de Menem
Los argentinos elegirán en siete días a su presidente y a su vicepresidente tras una campaña apática y con sombras de fraude
Los argentinos elegirán dentro de siete días al presidente y vicepresidente de la República tras una campaña anodina que no ha logrado atraer el interés de la ciudadanía. La apatía general es la muestra más clara de que la normalización de la Argentina que sobrevive a la convulsión política, económica y social de hace un año es más aparente que real. Pocos recuerdan una campaña electoral tan ausente de la calle y unos pronósticos tan inciertos a la hora de señalar un favorito. En los últimos días las sospechas y acusaciones de preparativos de fraude han aumentado la confusión del electorado.
Terminada la guerra en Irak, a los argentinos no les queda otra que dirigir la mirada a las elecciones. La última encuesta publicada por el diario La Nación muestra que apenas hay una diferencia de seis puntos porcentuales entre los cinco candidatos más destacados. El otro dato significativo del muestreo es que ninguno de los aspirantes a ocupar la Casa Rosada alcanza el 20% de la intención de voto del electorado. El virtual empate técnico revela, por encima de todo, falta de ilusión de los votantes.
El peronista Carlos Menem, que gobernó Argentina entre 1990 y 2000, encabeza el sondeo elaborado por Ipsos-Mora y Araujo (18,3% de los votos), por delante del también peronista Néstor Kirchner, candidato que apoya el Gobierno actual (16,8%), del ex radical Ricardo López Murphy (16,3%), el peronista Adolfo Rodríguez Saá, efímero presidente que duró una semana (15,1%), y la diputada procedente de las filas del radicalismo Elisa Carrió (12,6%). Lejos, a una distancia sideral, están los demás candidatos (incluidos todos los que representan opciones de izquierda), que no alcanzan el 2%.
Destaca en el muestreo el marcado retroceso del candidato oficialista Kirchner, que en un mes ha caído cinco puntos. Aunque las encuestas electorales gozan de escasa credibilidad en Argentina, está claro que el gobernador de la provincia de Santa Cruz no consigue despegar, pese a contar con el respaldo del poder ejecutivo y de buena parte de la maquinaria del dividido Partido Justicialista (PJ-peronista).
El último golpe de efecto ha sido el anuncio de Kirchner de que si gana las elecciones mantendrá a Roberto Lavagna al frente del Ministerio de Economía. Lavagna es el político del Gobierno de Eduardo Duhalde que tiene mejor imagen, por haber logrado estabilizar una situación económica que hace un año era desesperada.
Los próximos días serán cruciales para captar el ingente número de votos indecisos. Todos los candidatos dicen tener datos, encuestas, indicios de que las cosas van bien para sus intereses, y todos creen estar en condiciones de pasar a la segunda vuelta para disputar el mano a mano definitivo.
La escasa diferencia que separa a unos y otros ha dado pie a que empiece a agitarse el fantasma de fraude. Menem dice que Duhalde es capaz de cualquier cosa para favorecer a Kirchner, quien de momento prefiere no entrar en la polémica. Por su parte, Rodríguez Saá acusa a los otros candidatos peronistas, mientras que Elisa Carrió lanza sus andanadas contra todos. Un ministro dijo recientemente que tenía preparada en el bolsillo la denuncia de fraude.
Las acusaciones de posible pucherazo tienen que ver con el escrutinio y no con la compra de votos. El Ministerio del Interior realizó un simulacro de recuento de votos que no satisfizo a los representantes del candidato Menem. La Justicia electoral asegura que está garantizada la transparencia de todo el proceso.
La organización no gubernamental Poder Ciudadano ha iniciado una campaña en la que insta a la población a denunciar a través de un número telefónico gratuito y una dirección de correo electrónico cualquier actividad fraudulenta. El título de la campaña es "Iluminemos el cuarto oscuro . Si las elecciones no son transparentes el fraude te lo hacen a vos".
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