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Ken Alder escribe la apasionante historia del sistema métrico decimal

El historiador publica en España 'La medida de todas las cosas'

El historiador norteamericano Ken Alder (California, 1959), reputado especialista de la Revolución Francesa, ha trabajado varios años en la legendaria expedición de los astrónomos Delambre y Méchain en aquellos agitados días de finales del XVIII, cuando viajaron, uno al norte y otro al sur, para encontrar la unidad de medida que se llamó metro y que es el origen del sistema métrico decimal (SMD). El resultado es La medida de todas las cosas (Taurus), un libro elogiado por la crítica en Estados Unidos y Reino Unido.

El autor hizo la misma ruta que recorrieron Delambre y Méchain para 'medir' el mundo

Ken Alder encontró una decisiva caja de documentos, estuvo casi dos años estudiándolos, y luego invirtió otros dos en escribir este volumen que ahora se publica en España donde se relatan las luces y las sombras del apasionante hallazgo, los pormenores del nacimiento de algo que usamos todos los días: el SMD. Delambre y Méchain renacen de sus sombras biográficas con fuerza y el libro, que ya ha sido traducido a 12 idiomas, se lee como un fascinante thriller.

Ken Alder es un apasionado de la Ilustración, hasta el punto de que recorrió en 2000 con su bicicleta, durante más de dos meses, la misma ruta que en la última década del siglo XVIII hicieron Jean-Baptiste-Joseph Delambre y Pierre-François-André Mechain para medir el mundo; ellos tardaron entonces siete largos años. "No es tanta la distancia. Recorrí unos dos mil kilómetros. En línea recta, habrá unos mil kilómetros. Siguiendo la ruta de ellos, serán unos siete mil kilómetros, pues iban y venían", relata Alder.

Hay en el libro un segundo argumento, la amistad. "Una de las cosas que me interesaban es la relación entre esos hombres que colaboran pero que son al mismo tiempo competidores, que son rivales", afirma el autor. Ellos eran muy distintos: "Eso fue una de las cosas que me atrajeron de la historia. Representan dos maneras diferentes de enfrentarse a la ciencia". Méchain le rogó a Delambre que destruyera la correspondencia entre ambos (donde se reconocía el error del primero), pero el segundo la conservó en un secreto cajón y protegida por un sello. Ése es el atado que se encuentra Alder.

Ahora se prepara un documental sobre el libro, pero este texto, dinámico y lleno de peripecias, parece más apto para un filme de aventuras. "En realidad, creo que al final se hará un filme intermedio entre el documental y la ficción. Habrá alguna dramatización. Estos hombres tenían una cultura muy similar, pero sus personalidades son muy diferentes".

Parece que lo que salva a Méchain y Delambre del fragor y el rodillo inclemente de la Revolución Francesa es que se mantienen alejados de París durante los años de su misión. "Delambre vuelve a París algunas veces. Méchain no lo hace porque tenía miedo. A Delambre le prohíben trabajar durante un tiempo, se le aparta de la misión y se expone a riesgos personales". Finalmente, tras equivocarse en sus mediciones, Méchain emprende un segundo viaje en el que muere de malaria. Delambre se convirtió después en un historiador de las ciencias.

Alder descubre las cajas con la correspondencia entre Méchain y Pelambre y pone manos a la obra. "Estuve estudiando los documentos entre uno y dos años y contrastando con otras fuentes. Luego, entre un año y medio y dos escribiendo solamente. Antes de esto, yo ya había hecho algunos trabajos sobre el sistema métrico". Y también, antes de este libro, había rumores sobre la inexactitud del metro: "Sí, en la definición de lo que es el metro, la diezmillonésima parte de la distancia que hay del Polo al Ecuador, cualquier persona que lea un texto científico moderno puede ver que la definición no es igual a un metro, que allí hay un error. La cuestión es saber cuál es la fuente del error. Dentro de la comunidad científica sí que había estos rumores, pues Delambre dio ciertas pistas en la historia oficial del trabajo que escribió después".

En el epílogo, Ken Alder habla de lo que nos han enseñado estos astrónomos sobre el error. "Ellos, y la tradición de la Ilustración de la que proceden, perseguían demostrar la perfección de la naturaleza, y el no conseguirlo constituía un fracaso para los ilustrados, pero en la ciencia moderna el error es aceptable, es inevitable. Se trata de minimizarlo. Los científicos modernos y la comunidad científica se analizan unos a otros los trabajos, se critican para llegar al mejor resultado posible. A esto se aplica una serie de técnicas estadísticas, algunas de las cuales se descubrieron a raíz y gracias a esta misión".

En el prólogo de Las medidas de todas las cosas, Ken Alder cita como desafortunado pero atinado ejemplo de las divergencias entre los sistemas de medida que se usan en el mundo la reciente pérdida por parte de la NASA de un satélite por los errores cometidos en las mediciones. En las investigaciones del fallo de la máquina celeste, mientras un equipo de ingenieros había utilizado unidades estadounidenses tradicionales, el otro había utilizado el sistema métrico, con el resultado de un error de trayectoria de "cien kilómetros y 125 millones de dólares esfumados". "Sí, cuando pasó esa desgracia yo ya tenía avanzado el libro, y claro, lo incluí en el prólogo".

Ken Alder.
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