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Enrique Vila-Matas gana el Premio de la Crítica

'El mal de Montano' es considerada la mejor novela de 2002, y 'Santa deriva', de Vicente Gallego, obtiene el de poesía

"El 2002 ha sido un año bueno en la prosa narrativa en castellano. En la mente de todos están los libros de Javier Marías, Luis Mateo Díez, José María Merino, Luis Landero, Francisco Javier Ávila, Gabriel García Márquez...", enumeró ayer el crítico Fernando Valls. Y entre ellos se encontraba Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), a quien un jurado de 19 miembros de la Asociación de Críticos Literarios, presidido por Miguel García-Posada, otorgó ayer en Madrid el Premio de la Crítica a la mejor obra en prosa escrita en castellano en 2002 por su novela El mal de Montano (Anagrama), que ya obtuvo el Premio Herralde. "El jurado del premio, que no tiene remuneración, ha tenido en cuenta la calidad indiscutible del libro y que Vila-Matas es un escritor heterodoxo, con voz propia", afirmó Valls. "Es un libro que no hay que leerlo de una manera típica, porque no tiene una estructura tradicional, ni unos personajes con una psicología tradicional. La gracia y el interés del libro están en que pone en cuestión el realismo. Hay una interesante reflexión metaliteraria sobre lo que ha significado el realismo en la literatura española", continuó Valls. "El protagonista de la novela tiene algo de Don Quijote. Viaja a las Azores y se encuentra con aventuras distintas que va resolviendo", dijo, "y el título, El mal de Montano, hace referencia al mal de la literatura de un individuo que está enfermo por lo literario y que vive la vida como si fuera literatura".

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"Escribir 'Santa deriva' fue una experiencia febril que duró tres años", afirma Gallego
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"Agradezco al jurado, sean quienes sean los críticos que lo integran, el premio. Me alegro por mí y por mis lectores", afirmó ayer Enrique Vila-Matas. El escritor, identificado con el protagonista de El mal de Montano, explicó: "Un amigo me hizo la extraña acusación de que sólo sé hablar de literatura. Puede ser que tuviera razón o puede que no, pero, en cualquier caso, decidí inventarme este personaje para liberarme de esa posible enfermedad".

Es una terapia que le da buenos resultados, como, por ejemplo, cuando escribió Suicidios ejemplares. "Tenía entonces muchas obsesiones y visiones negras y me libré de ellas con ese libro. ¿Estoy enfermo de literatura? Después de El mal de Montano ya estoy olvidándome de todo eso".

Se ha olvidado tanto que anteayer acabó su nueva novela. "Parece que la haya escrito muy deprisa [El mal de Montano apareció a finales de noviembre de 2002], pero no es cierto. Es un libro muy trabajado, en el que pensaba desde hace mucho tiempo y que he reescrito varias veces". Se titula París no se acaba nunca, como el último capítulo de París era una fiesta, de Ernest Hemingway, y en ella relata los dos años que pasó en París, entre 1974 y 1976. "Quería imitar a Hemingway, sólo que él allí fue pobre y feliz y yo todo lo contrario, pobre e infeliz".

"Me trato con mucha ironía, tanto a mí mismo como a la juventud de aquella época", añadió. Sobre si son memorias o novela, Vila-Matas lo dejó muy claro: "No mezclo realidad y ficción. La literatura siempre es invención, lo otro sería una monstruosidad".

Vicente Gallego (Valencia, 1963) convenció al jurado de poesía en castellano con Santa deriva (Visor Libros). Anteriormente, el poeta había ganado con esa misma obra el Premio Loewe. "Lo que prima en este poemario es la emoción y la reflexión. Está ausente la contextualización que se daba en sus obras anteriores. El espacio es interior, creado por el propio discurso poético", describió la obra el crítico José Enrique Martínez. "Y la emoción no tiene desbordamientos. Él parece no temer al tópico, ni al posible exceso, porque evita la excrescencia sentimental y canta desde la emoción tranquila", agregó.

Escribir Santa deriva fue para Vicente Gallego "una experiencia febril que duro tres años". Lo reconoció ayer poco después de enterarse de la obtención del premio. "La poesía no se puede preconcebir. Estoy sorprendido de mi nuevo tono comedido y que creo que será el que continúe", piensa Gallego, que prepara un libro de relatos. "Ha habido cambios que han podido influenciarme. Mi relectura, por ejemplo, de Juan Ramón Jiménez y Neruda y de la generación española de los cincuenta, sobre todo de sus obras metafísicas. Y han podido influir los cambios en mi vida, como el nacimiento de mi hijo o el cambio de ámbito. Porque mi nuevo trabajo me obliga a estar solo, despojado de todo. Y eso puede hacer que mi poesía esté despojada de anécdotas, sea cántico puro".

Los otros autores premiados fueron: en catalán, Ferran Torrent con Societat limitada (Columna y Bromera) y el de poesía Màrius Sampere con Imminencies (Edicions Proa); en gallego, Carlos Casares con la novela Sol do verán (Galaxia) y Xavier Secane con Darsena do ocaso (Danu). Casares murió el 9 de marzo de 2002, poco antes de que se publicase su libro. En euskera, Pello Lizarralde con Larrepetit (Erein) y Juan Kruz Igerabide Sarasola con Mailu Isila (Alberdania).

El escritor Enrique Vila-Matas, a la izquierda, y el poeta Vicente Gallego.
El escritor Enrique Vila-Matas, a la izquierda, y el poeta Vicente Gallego.TEJEDERAS / JESÚS CISCAR

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