La obra de Dalí aglutina una muestra sobre el arte de las dobles lecturas
Jean Hubert Martin ha reunido en Düsseldorf unas 350 obras de diferentes culturas
Después de su polémica exposición Magiciens de la terre (1989), en donde se expuso por primera vez arte de países no occidentales tratados al mismo nivel que los occidentales, Jean Hubert Martin (Estrasburgo, 1944) ha dado otra vuelta de tuerca con una exposición en el Museum Kunst Palast de Düsseldorf, una de las mejores que han podido verse en lo que va de año, titulada El enigma sin fin. Dalí y los magos de los múltiples significados. La exposición, abierta hasta el 9 de junio, parte de la pintura homónima de Dalí de 1938, hoy en el Reina Sofía de Madrid, para explorar el fenómeno de las dobles o triples lecturas que puede suscitar una imagen. Para ello cuenta con ejemplos que van de Arcimboldo a Magritte, de Dalí hasta los contemporáneos, atravesando culturas y continentes varios.
Unas 350 obras son testigo de las múltiples variaciones de este juego de percepción visual, juzgado en ocasiones como una mera curiosidad y enaltecido aquí no sólo por la extraordinaria calidad de las piezas, sino también por su recurrencia: ¿qué es lo que hace que un artista chino,un italiano del siglo XVII o un surrealista de mitades del siglo XX fabriquen dobles imágenes?, se pregunta el visitante.
La muestra se inicia con la famosa explicación de Freud del cuadro La Virgen con el Niño, de Leonardo da Vinci, y con la imagen del Ángelus de Millet por Dalí, quien afirmaba que el campesino rezando taparía con su sombrero una erección mientras la campesina tenía, según él, la misma postura que la mantis religiosa, ese insecto que devora al macho al copular.
Uno de los grandes atractivos de la exposición son las 40 obras de Salvador Dalí,en su mayoría de segunda época, generalmente menospreciadas por los historiadores de arte de vanguardia y que aquí quedan automáticamente revalorizadas al hallarse en un contexto tan específico temáticamente hablando y tan universal geográficamente.
Doble imagen
Pueden admirarse, por ejemplo, las piedras de sueño chinas, de mármol lechoso, cortadas finamente y cuyas vetas y rugosidades sugieren montañas y animales; su equivalente europeo, las piedras de Toscana, fueron algunas de ellas pintadas por artistas de renombre como Tempesta o Jacopo Ligozzi en los siglos XVI y XVII; las coleccionadas por el antropólogo Roger Caillois, amigo de los surrealistas, evocan peces y pájaros y provienen del Museo de Historia Natural de París. La doble imagen en la naturaleza ha fascinado desde siempre a los artistas: así, el catalán Pichot encuentra cuerpos en las piedras mientras el joven Christian Muller ve rostros en las rosas.
La línea arcimboldiana es muy amplia: el mejor de los mostrados es El cazador de pájaros, con su sexo que está hecho con el pico de un pato; aunque también pueden verse los famosos Flora y la Alegoría del Fuego; Milan Kunc y Emett Williams, actuales, perviven en esta línea, mientras los grabados de Giovanni Battista Bracelli (siglo XVII, muy admirados por los surrealistas) han constituido todo un descubrimiento para nosotros.
Mención aparte merece la tradición oriental, en donde lo mostrado es de un refinamiento asombroso: especialmente los animales (elefantes, camellos) construidos por una acumulacion de otros animales (anónimo, siglo XVIII, escuela Mogul) y el árbol del que penden personajes en lugar de frutos, los Waqwaqs (persas, siglo XVII).
Un capítulo está dedicado a aquellos artistas como Marcus Raetz que juega con la ambigüedad o la perspectiva subjetiva: la palabra "sí" se convierte en la palabra "no" cuando cambiamos de posición frente a la obra; otros descubrimientos actuales incluyen los increíbles talleres fabricados por Lois Renner, en donde fragmentos de objetos grandes y pequeños se mezclan (mediante computador).
En cuanto a las obras de Dalí que ejemplifican su método paranoico-crítico, influido, según él, en los delirios de la Lidia de Cadaqués y en las obras de Arcimboldo, cuya obra conoció por el pintor catalán José María Sert, en Düsseldorf pueden verse ejemplos mayores. Obras como el ya citado Enigma sin fin; Mujer-caballo paranoica (1939); El gran paranoico (l936); Metamorfosis del busto de un hombre, en una escena inspirada por Vermeer (1939); Desaparición del busto de Voltaire (l941), así como los increíbles dibujos Bailarina en la cabeza de muerto y Rostro de guerra, en donde una de las órbitas está constituida por un panel de abejas.
No podían faltar tampoco las obras eróticas de doble lectura, con su imagen "casta" y su doble "procaz" cuando se levanta una lengüeta o una parte del papel.Y para que el conjunto sea aún más comprensivo, algunos maravillosos ejemplos de arte primitivo, como los recipientes en forma de útero femenino, las jarras igualmente femeninas o las tan comunes mujeres-cuchara africanas.
Babelia
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