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GUERRA EN IRAK | Los bombardeos

Bombardeo sin tregua sobre Bagdad

Cincuenta edificios oficiales y palacios han sido destruidos por los misiles y la aviación aliada

Quizá para demostrar que esta guerra no tiene pausas ni problemas de estrategia, la aviación anglo-estadounidense bombardeó ayer Bagdad con gran intensidad durante todo el día y ya entrada la noche. Muchos de esos ataques se concentraron en el sur, donde se supone que están atrincheradas las mejores unidades de la Guardia Republicana, la fuerza de élite con la que Sadam pretende evitar su caída. Al menos cuatro grandes explosiones se escucharon en la capital; una de esas bombas o misiles cayó muy cerca del Ministerio de Información iraquí y de un hotel habitado por periodistas extranjeros. La de ayer fue una de las jornadas de bombardeos más violentos sobre la capital desde el inicio de la guerra.

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El sistema es el siguiente: los norteamericanos bombardean de día y de noche. Al día siguiente, alrededor de las nueve, cientos de periodistas se meten en cuatro autobuses y son conducidos hacia las ruinas más recientes. En diez días, hemos visto hasta 50 edificios oficiales pulverizados. La gira de ayer demostró que los estadounidenses no deben confiar en la bomba electrónica que iba a dejar inutilizados los aparatos eléctricos. Al final se han encomendado a los proyectiles de siempre. Uno de los centros de comunicaciones atacados se halla frente al hospital Sadam de cirugía cardiaca. También se encuentra a 300 metros del Museo iraquí, que alberga piezas de más de 5.000 años de antigüedad. Tanto el hospital como el museo quedaron intactos. La casa de al lado, donde se asomaba un niño atraído por tanto movimiento, sólo quedó afectada en los cristales. Mientras los fotógrafos tomaban instantáneas de hierros ennegrecidos y retorcidos como paludures, las bombas sonaban a lo lejos. Una de ellas cayó en el barrio residencial Al Karada, en el que puede haber muertos civiles

En el siguiente edificio de la gira, el centro de telecomunicaciones de Adamiya, algunos obreros intentaban sacar una máquina de escribir o un ordenador. Otro caminaba de aquí para allá con una foto de Sadam para que lo enfocasen los fotógrafos. Todo el bloque repleto de inmensas máquinas llenas de cables quedaba expuesto al curioseo. Olía a destrucción y a conversaciones quebradas. Ya no se puede llamar a la ambulancia, al trabajo, al pariente o a la novia. Ahora, sólo quienes disponen de teléfono satélite pueden comunicarse en Bagdad.

Enterrar al enemigo

El régimen hizo público ayer un anuncio humanitario: "El Ministerio de Asuntos Religiosos ha dado órdenes para que se entierre a las tropas enemigas que resulten muertas en combate de acuerdo con sus tradiciones y creencias". La orden la dio a conocer el ministro iraquí de Información, Mohamed Said al Sahaf. El portavoz hizo la aclaración tras informar de que milicianos de grupos tribales habían derribado un helicóptero Apache cerca de Basora, no confirmado por EE UU. "Sus pilotos resultaron muertos y fueron enterrados en el lugar", precisó Al Hasf.

El ministro afirmó que guardarán referencia de los enterramientos para la eventual repatriación de los restos tras el conflicto.

Al Sahaf denunció a Washington y Londres, que hablan de facilitar ayuda humanitaria a Irak, dijo, e impiden la llegada de alimentos. El ministro dijo que las patrullas marítimas anglo-estadounidenses habían bloqueado la entrada en el puerto de Um Qasr de cuatro barcos cargados de alimentos. También subrayó que la cadena qatarí Al Yazira había filmado la destruccion en Basora de los almacenes con 75.900 toneladas de comida.

"Los enemigos han frenado su marcha", dijo por su parte el portavoz militar, "Y sus líneas de abastecimiento están amenazadas". El general Al Raui atribuyó la situación "a las amplias pérdidas que les hemos inflingido". "Están evitando el enfrentamiento". El vice primer ministro Tarek Aziz fue claro: "la guerra está yendo bien".

Testimonios de viajeros

El repliegue de los soldados estadounidenses hacia el desierto parece confirmado por el relato de los viajeros que los dos últimos días han llegado a Bagdad desde Nayaf o Kerbala, en el valle del río Éufrates, por donde avanzan esas fuerzas. Aunque las carreteras son peligrosas, los coches llegan a Bagdad.

Tampoco en la carretera que sube desde Basora por el Este, junto a la frontera con Irán, hay presencia visible de un Ejército invasor. Uno de los siete periodistas italianos detenidos en esa ciudad del sur, tras llegar desde Kuwait sin visado, dijo que "en el camino no había puestos de control iraquíes".

Todo parece indicar que las fuerzas iraquíes están acantonadas en las ciudades a la espera del envite estadounidense. Precisamente esta estrategia de ambas partes es lo que permitó la kafkiana aventura de los italianos. Según contaron, atravesaron sin problemas un puesto militar británico al sur de Basora, en el que les dijeron que "esa zona estaba controlada". "El siguiente agente de la autoridad que vimos fue un guardia de circulación iraquí dentro de la ciudad", añadió uno de ellos. Al ver la matrícula de Kuwait, el guardia les dio el alto y llamó a la policía. Tras pasar la noche en el Hotel Basora (antiguo Sheraton), fueron escoltados a Bagdad, donde ayer esperaban la posibilidad de obtener un visado o la expulsión. Todos coincidieron en que el trato recibido ha sido correcto.

Un iraquí contempla el cráter causado por un misil en Bagdad en la noche del sábado al domingo.
Un iraquí contempla el cráter causado por un misil en Bagdad en la noche del sábado al domingo.ASSOCIATED PRESS

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