Transporte no sostenible
Hace varios meses, el consejero de Transportes, Álvaro Amann comentaba a los periodistas, en la presentación de su Plan Director de Transporte Sostenible, que no tenía intención de ponerlo a discusión con las organizaciones ecologistas vascas. Sin embargo, el pasado 22 de febrero, en su comparecencia en el Consejo Asesor de Medio Ambiente, tuvo que escuchar las críticas de las organizaciones de defensa del medio ambiente allí representadas y disconformes con sus planteamientos y políticas. Aunque pueda no gustarle, existimos, y como parte de esta sociedad tenemos el derecho y el deber ciudadano de contrastar nuestros pareceres con quienes nos gobiernan. ¿O no?
Este plan vuelve a confundir crecimiento y desarrollo y cree que la sostenibilidad de algo, en este caso el transporte, está en seguir creciendo ad eternum. La ley de oro del neoliberalismo es crecer. Su objetivo primordial es hacer que los índices de producción y consumo crezcan como señal de avance, de mejora, de bienestar. Empero, aunque lo diga el lehendakari en su Compromiso por la Sostenibilidad (página 14) el "crecimiento sostenible" es un absurdo, algo que debemos cuestionar.
Su plan recurre al adjetivo "sostenible" para embellecer sus propósitos pero el resultado es nefasto. Para ustedes (página 18) el transporte es una actividad económica, y punto. Todo lo que no es comercializable y valorable económicamente no cabe en el plan. Así, la movilidad no motorizada, la que practican diariamente los cientos de miles de personas que se autotransportan andando en las ciudades vascas, no existe; las bicicletas han perdido su condición de vehículos y sólo interesa lo que al moverse genera negocio.
No por usar los mismos términos decimos las mismas cosas. Hace tiempo que desde la crítica ecológica se ha planteado la necesidad de distinguir entre "movilidad" -la cantidad que mide los desplazamientos de mercancías y personas- y "accesibilidad" -la calidad para facilitar y resolver las necesidades y los deseos de transporte los ciudadanos-. Esto tiene poco que ver con la libertad de poder "llegar a" cualquier punto del espacio-tiempo (sic) y que se pretende ejercer como derecho.
No todo el mundo tiene coche y nadie tiene derecho a pensar que su movilidad es preferente a la del resto. Hoy hasta nuestros hijos parecen tener que ir obligatoriamente en coche a la escuela, y sin embargo sabemos que poder ir a pie es sinónimo de calidad de vida.
Con este plan será imposible cumplir con los objetivos de Kioto, perderemos mucho más suelo y aumentará la siniestralidad, aunque algunos harán su negocio sobre la base de que crezcan la movilidad y el transporte de personas y mercancías. Parar e impedir ese crecimiento es a nuestro entender la cuestión clave para enfrentarnos al problema. Para esto último, señor consejero,cuente con nosotros.
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