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Reportaje:

Trasplante envenenado

La incompatibilidad con la sangre del donante condena a una operada de corazón y pulmones

Los cirujanos se dieron cuenta, cuando ya no tenía remedio, de que el corazón y los pulmones que le acababan de trasplantar a la mexicana Jésica Santillán, de 17 años, eran de un donante incompatible con la operada. Pero ya no había nada que hacer, salvo comunicarlo a la familia y hacer un llamamiento urgente para encontrar un donante con sangre del tipo 0, como la de Jésica, en vez la de tipo A que la enferma rechazó incluso antes de terminar la operación. No ha aparecido de momento ninguno y la joven sigue en estado grave en el hospital de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte (EE UU).

La directiva de Duke aún no sabe cómo se ha podido producir un error semejante en un centro hospitalario que ha realizado miles de trasplantes en los últimos 30 años. La rapidez que requiere esa clase de operaciones puede haber sido un factor, pero el error es a todas luces inexcusable, ha señalado el propio director de Duke, William Fulkerson.

El pasado día 7 el Banco de Órganos de Nueva Inglaterra comunicó al Servicio de Donantes de Carolina del Norte que había un corazón y unos pulmones de un donante de tipo A que eran compatibles con dos pacientes en lista de espera en el hospital Duke. Un cirujano de ese centro rechazó la oferta por razones médicas ajenas al tipo de sangre, pero un segundo cirujano (cuyo nombre no se ha revelado) aceptó los órganos para otra paciente. Era Jésica. Un equipo de Duke se desplazó a Nueva Inglaterra a buscar los órganos del donante y, mientras volaban con ellos de regreso a Carolina del Norte, el doctor James Jagger comenzó a extraer el corazón y los pulmones de Jésica para implantarle los que le iban a salvar la vida.

Todo se tenía que hacer en un máximo de cuatro a seis horas. Los órganos en el tórax requieren un trasplante extremadamente rápido, en comparación con otros como el hígado, que se mantiene de 12 a 18 horas, o los riñones, que duran en buen estado de 24 a 48.

Cuando estaban a punto de completar la complicada cirugía, Jésica dio muestras de rechazo. Revisaron entonces el historial y descubrieron el nefasto error. Jagger salió a informar a los padres sobre el riesgo que corría su hija, pero también les dio esperanzas de que se pudiera controlar el rechazo con fármacos hasta encontrar un nuevo donante. La madre no ha parado de llorar desde ese instante, según relata el portavoz de la familia, Mack Mahoney, un hombre de negocios estadounidense que creo una fundación para ayudar a la joven.

Jésica padecía desde niña una "cardiomiopatía restrictiva" y hace tres años vio la luz, cuando Mahoney se interesó por ella. La familia se trasladó a Durham (Carolina del Norte), a la espera de un donante. Sabían desde un principio que encontrar a alguien con sangre del tipo 0 era difícil, porque el promedio de espera en esos casos es de casi 1.000 días.

La donación de órganos en Estados Unidos la coordina United Network for Organ Sharing en Richmond (Virginia). La institución cuenta con una base de datos en conexión con 59 organizaciones nacionales, a la que cada hospital del país notifica sobre sus necesidades y donaciones disponibles. La lista de espera es en Estados Unidos de unas 80.000 personas, que a veces pueden estar años sin recibir un órgano. En 2002 sólo se realizaron 27 trasplantes dobles de corazón y pulmones en todo el país, y cada día muere un promedio de 17 personas por no recibir a tiempo un órgano.

El año pasado la salud de Jésica comenzó a deteriorarse hasta el punto de que los médicos, el pasado enero, le otorgaron únicamente seis meses de vida. Días después de ese triste pronóstico la familia recibió la buena noticia de que el trasplante era posible. Ahora Jésica sólo podrá salvarse si aparece un "donante directo".

La pequeña Jésica con su madre Magdalena.
La pequeña Jésica con su madre Magdalena.AP

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