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Reportaje:AMENAZA DE GUERRA | La zona del conflicto

Kuwait cierra un tercio del país para la guerra

5.000 granjeros quedarán atrapados en una zona sellada para el despliegue de tropas norteamericanas

Yolanda Monge

En la frontera de Kuwait con Irak se siente el peso del Ejército estadounidense. Cuando se hace visible, son enormes columnas ruidosas de camiones y tropas que se desplazan vigilantes en jeep o tanquetas de un lado a otro. Cuando no está al alcance de la vista, su presencia silenciosa se hace aplastante. Los soldados norteamericanos se encuentran a ambos lados de una autopista en perfecta línea recta a lo largo de más de 120 kilómetros. Los kilómetros que unen de sur a norte la capital de Kuwait con el vecino Irak.

Los marines han levantado empalizadas. Han hecho fosos. Han creado dunas artificiales para que los acantonamientos no puedan ser divisados con facilidad desde la autopista A-80. Pero incluso camuflados entre la arena del desierto, los campamentos de las fuerzas estadounidenses pueden sentirse. O divisarse a golpe de prismáticos.

"Dicen que habrá guerra, pero no puedo irme de aquí porque no tengo otro lugar"
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Sobre la A-80 ya no circulan casi civiles. El Gobierno de Kuwait pretende tener sellado el tercio norte de su país para finales de semana. Sobre sus seis flamantes carrilles, en menos de tres días ya sólo deberían rodar transportes militares. Llegar desde la ciudad de Kuwait hasta menos de un kilómetro de la frontera con Irak y atisbar al temido vecino del norte cuesta cerca de hora y media y tres controles de carreteras.

Los que se queden dentro de esta zona militar de exclusión podrán abandonarla cuando les derrote el miedo ante la amenaza constante de un ataque o cuando de verdad la guerra les estalle encima. Los que quieran entrar no podrán hacerlo a menos de que tengan un pase militar autorizado.

Pero en medio del desierto y entre las prácticas de artillería del Ejército de Estados Unidos existe un oasis. Plantaciones de tomates, pepinos y lechugas luchan por sobrevivir a los rigores del viento y la arena. Se cultivan fresas. Hay piscifactorías de talapias -un pez que se come en toda esta región-. Y ovejas, muchas ovejas. Son las granjas de Abdaly y su localización, por única, tiene su propio desvío en la autopista.

Los agricultores son una rara especie en el emirato. Apenas son 450 mínimas explotaciones ganadas al desierto en un área de 95 kilómetros al norte de la capital. Representan una parte del 8% de suelo kuwaití cultivable. Quienes viven en Abdaly miran cada mañana a la frontera y se preguntan qué ocurrirá. "No tenemos televisión ni periódicos ni nada, nos informamos con lo que nos dicen ustedes, los periodistas", asegura humilde Abdel Malik, en traje de faena, mientras alimenta a las ovejas. "¿Guerra?", se cuestiona. "Dicen que habrá", confirma, "pero no puedo irme de aquí porque no tengo otro trabajo ni otro lugar donde vivir". ¿Miedo? Abdel Malik no contesta, sonríe y trata de dar una respuesta que agrade a los periodistas. No da ninguna. El dueño de la granja en la que trabaja Abdel Malik es un kuwaití que apenas visita los invernaderos. Es el mismo caso para el resto. La explotaciones agrícolas se usan como lugar de recreo por la gente pudiente de la ciudad.

Nizar, como Abdel Malik, alimenta al ganado y cuida los cultivos. Como Abdel Malik, Nizar no responde si tiene miedo a la guerra. "Nos quedaremos aquí", asiente, queriendo parecer confiado. Pero lo cierto es que las más de 5.000 personas que habitan esta zona correrán un grave peligro si la ofensiva de Estados Unidos contra Irak finalmente se hace realidad. O al menos así lo cree el Gobierno, que ha dictado una orden en la que se recomienda que abandonen la zona.

Abdaly, hoy, como lo fue hace 12 años, es una pica crucial en el mapa de la guerra de Estados Unidos. En la primera guerra del Golfo, todas y cada una de las fincas rurales que se agolpaban en la frontera con Irak fueron arrasadas en la desesperada huida del derrotado Ejército de Sadam Husein. En la que se dibuja como segunda parte de la contienda, los residentes y las propiedades de Abdaly vuelven a estar en el punto de mira de Irak.

Patrullando la frontera Kuwait-Irak está la coalición militar de cascos azules de 31 naciones establecida por Naciones Unidas tras el final de la guerra del Golfo. Unikom tiene desplegados observadores que controlan cualquier violación en esa franja de tierra desmilitarizada e informan al Consejo de Seguridad de la ONU. Cualquier incursión, cualquier disparo, cualquier vuelo sospechoso es controlado. Desde hace algunas semanas, Unikom asegura que sólo hay un violador de la zona desmilitarizada: el Ejército de EE UU y su potente maquinaria militar.

Un soldado estadounidense con la equipación de combate permanece cuerpo a tierra en una zona de maniobras cercana a la frontera con Kuwait.
Un soldado estadounidense con la equipación de combate permanece cuerpo a tierra en una zona de maniobras cercana a la frontera con Kuwait.REUTERS

Los negocios antes de un ataque

Ante una posible guerra contra Irak, no sólo existen palabras como miedo o desastre, también existe la palabra oportunidad. Algunos kuwaitíes imaginan que pueden hacerse ricos con lo que fue en 1991, y posiblemente será ahora de nuevo, la puerta de entrada de una eventual invasión de Irak.La tierra de la frontera es algo más que temor estos días, es una mercancía que vender. Existe una explosión de precios en Kuwait. Los kuwaitíes ven próximo el fin de Sadam Husein. Y especulan. Hace tan sólo dos semanas, una granja de la frontera que costó 150.000 dólares hace pocos años valdría ahora cerca de dos millones.Los vecinos saudíes llaman cada día a las inmobiliarias de Kuwait interesados en hacerse con propiedades en Abdaly. La posibilidad de una guerra, lejos de hacer caer los precios, los ha disparado. Y amenaza con seguir haciéndolo.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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