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AMENAZA DE GUERRA | La brecha transatlántica

La OTAN activa la ayuda preventiva a Turquía tras una tensa negociación

Bélgica levanta el bloqueo después de que la Alianza reconozca el papel de la ONU en la crisis

La Alianza Atlántica cerró esta madrugada su grave crisis sobre Irak con un compromiso de mínimos que permite activar los planes de ayuda preventiva a Turquía, como deseaba Estados Unidos, pero que subraya también el deseo de que se halle una solución en el marco de Naciones Unidas, como querían Francia, Alemania y Bélgica. Este último país echó un auténtico pulso de hierro a Washington de 13 horas ayer y amenazó con seguir bloqueando toda la operación si no se daba satisfacción a sus demandas. A pesar de todo, la referencia al papel de la ONU no es tan clara como quería Bruselas.

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"Está siendo un debate muy duro", revelaba por la tarde el ministro de Exteriores belga, Louis Michel, al ser informado por su embajador de la evolución de los trabajos. Bélgica iniciaba un desesperado pulso de hierro de "todos contra uno", más aislado que nunca una vez que Alemania, el otro compañero de ruta, arrojaba la toalla.

El secretario general de la OTAN, George Robertson, y el general alemán Harald Kujat, esta madrugada en Bruselas.
El secretario general de la OTAN, George Robertson, y el general alemán Harald Kujat, esta madrugada en Bruselas.REUTERS

La resistencia de un Gobierno arco iris

"Resiste, Louis", se leía en una de las pancartas de la manifestación contra la guerra el sábado por la tarde en Bruselas en alusión al ministro belga de Asuntos Exteriores, Louis Michel, y en apoyo al pulso político que en el último minuto le echó Bélgica a EE UU en el seno de la OTAN. Michel, liberal valón, forma parte de la llamada coalición arco iris, una plataforma de liberales, socialistas y ecologistas que gobierna el país desde junio de 1999.

Algunos interpretan el gesto en clave electoral. Cuando un periodista cubano norteamericano lo insinuó este fin de semana en un programa de debate en televisión en presencia de Michel y de su colega de Defensa, el socialista André Flahaut, éste le contestó muy seco que lo consideraba un insulto. Bélgica tiene elecciones en mayo y la opinión pública se muestra, como en el resto de la UE, en contra de una guerra en Irak.

Michel es un aguerrido político, de verbo incontenido y a veces poco diplomático, pero cae bien entre los ciudadanos, al igual que el primer ministro Guy Verhofstadt. En cuatro años han revitalizado la ética política en un país sumergido antes en la incompetencia, el chalaneo y la corrupción de Gobiernos de coalición entre democristianos y socialistas.

El Ejecutivo de Verhofstadt ha dado en este tiempo un sello progresista a la política exterior de este pequeño país de 10 millones al poner especial énfasis en la defensa de los principios y de los valores democráticos. Se distinguió en el caso Pinochet, buscando alguna fórmula que permitiera su procesamiento en Bélgica, al igual que con el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y criticó los comentarios racistas de Silvio Berlusconi tras el 11-S. Pero sobre todo estuvo en la vanguardia de la UE a la hora de restringir las relaciones con el canciller austriaco, Wolfgang Schüssel, tras formar Gobierno con el ultra Jörg Haider.

Bélgica dentro de la Alianza pasa por ser uno de los socios que más interés ha puesto en potenciar al máximo las nuevas relaciones con la Rusia de Vladímir Putin, que desde mayo pasado goza de un privilegio de igual a igual con los demás miembros de esta cada vez más cuestionada institución a través del Consejo OTAN-Rusia.

Pero no faltan quienes en el seno de la OTAN tildan a Verhofstadt y sus compañeros de "irresponsables, ridículos y oportunistas" y les acusan de hacer el juego a Francia y de poner en peligro la unidad de la organización. "No vamos a ceder", decía a mediodía Louis Michel.

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