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El Reino Unido quiere imponer pruebas de sida a los inmigrantes

La medida no impedirá obtener el permiso de residencia

El mismo día en que las nuevas cifras del censo han revelado que por primera vez el país tiene dos municipios en los que los blancos han dejado de ser la mayoría, el Gobierno confirmó que está estudiando imponer análisis de sida obligatorios a los inmigrantes que quieran instalarse más de seis meses en el país. Ser portador no les impedirá obtener el permiso de residencia, pero podrían tener un tratamiento sanitario inferior.

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La drástica medida que están estudiando los ministerios de Interior y Salud, encabezados respectivamente por David Blunkett y Alan Milburn, es consecuencia del gran aumento de nuevos infectados de sida registrados a lo largo del año pasado, en el que se diagnosticaron 6.172 nuevos casos frente a los 4.909 del año anterior, un 26% más.

Es el análisis de esos nuevos casos lo que ha desatado las alarmas. Por un lado, las autoridades sanitarias han detectado que la transmisión entre homosexuales ha aumentado un 23% desde 1999, poniendo de relieve que el éxito de las campañas de prevención que frenaron el contagio de la enfermedad en los años ochenta ha ido declinando poco a poco durante los noventa. Sin embargo, es el sida entre la población heterosexual el que crece a más velocidad: dos de cada tres casos.

Lo que revela a juicio del Gobierno la necesidad de plantearse medidas de control sanitario en la inmigración es que ese incremento es especialmente significativo entre las personas que han adquirido la enfermedad fuera del país. En los casos de infección de heterosexuales a lo largo del año pasado, 1.926 portadores contrajeron el virus en África, según los datos divulgados ayer por The Times.

El diario asegura que el Gobierno ha llegado ya a la conclusión de que es necesario imponer controles sanitarios a los nuevos inmigrantes, aunque el Ejecutivo sólo ha confirmado que se lo está planteando. Downing Street reconoció que las cifras señalan que la inmigración facilita el aumento de enfermedades como el sida, la hepatitis B y la tuberculosis. El Laboratorio del Servicio de Salud Pública estima que cada año llegan al Reino Unido unos 6.500 emigrantes con hepatitis B crónica. El Gobierno de Tony Blair estudia la solución que se ha dado a este problema a países como Australia, Canadá y España. Por ejemplo, España no impone controles pero exige un seguro médico privado para los trabajadores temporales.

La necesidad de implantar controles fue evocada por lord Walton de Detchant, presidente de los médicos británicos en los años ochenta, en un debate en la Cámara de los Lores en diciembre pasado. El Gobierno dio en aquella ocasión garantías de que un control de la enfermedad en la frontera no iría en perjuicio de la atención sanitaria de los infectados. Las organizaciones humanitarias se oponen a esos controles porque creen que no se trata de un asunto de inmigración, sino de los efectos en el Reino Unido de un problema global.

Pero la globalización no sólo se percibe en términos sanitarios. El mapa étnico del Reino Unido también está cambiando. La proporción de ciudadanos blancos en Inglaterra y Gales ha pasado del 94% en el censo de 1991 al 91% en el censo del año pasado. En Inglaterra las minorías étnicas suponen ya el 13% de la población, frente al 4% en Gales.

Por primera vez, en dos comunas británicas, los blancos son minoría. Se trata de Newhan, al este de Londres, donde los blancos son el 39,4% del total, y Brent, al noroeste, donde suman el 45,3%.

En Londres, con una población de 7,17 millones de habitantes, sólo el 71% son blancos.

El Reino Unido tiene, según el censo de 2001, un total de 58.789.194 habitantes, de los que 53,88 millones han nacido en el país; 1,3 millones han nacido en otros países de la Unión Europea (incluyendo Irlanda) y 3,59 millones han nacido fuera de la UE.

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