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Una organización suiza facilita en Zúrich el 'suicidio asistido' a un tetrapléjico británico

Reginald Crew sortea la ley de su país al quitarse la vida en Suiza con la ayuda de Dignitas

La voluntad de morir no conoce de leyes ni de fronteras cuando se trata de mantener la dignidad personal. Reginald Crew, un inglés de 74 años al que nadie puede ayudar a morir en su país porque está prohibido, ha viajado hasta Zúrich para cumplir su voluntad antes de que la enfermedad degenerativa que sufre le impidiera manifestar libremente sus deseos. Ayudado por la asociación Dignitas, murió ayer a las tres de la tarde. El suicidio no es legal en Suiza, pero ayudar a morir a un enfermo terminal que mantiene intactas sus condiciones mentales se considera un acto humanitario.

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Reginald, un antiguo obrero portuario, murió ayer a las dos de la tarde en un apartamento de Zurich. Se cree que le acompañaba su mujer, Win, de 71 años, cuando Crew tomó el combinado de medicinas que puso a su disposición un médico de Dignitas y que le iba a llevar al sueño eterno. "El paciente siempre realiza el acto de ingerir la droga o abrir la válvula para matarse a sí mismo", explicó a la BBC el doctor Ludwig Minelli, presidente de Dignitas, una asociación que ha ayudado a morir a 146 personas desde que se creó en 1998, dos tercios de ellas extranjeros. "Le doy la bebida al paciente y le pregunto una vez más: '¿Es este su último día? Porque este va a ser su último trago. Después, todo se habrá acabado. Dormirá usted de dos a cinco minutos y luego morirá', les digo", explicó la enfermera Erica Lully, encargada de preparar las dosis.

Ayuda desinteresada

Ayudar a una persona a cometer suicidio no está legalizado en Suiza. Inducir a una persona a quitarse la vida o ayudarla a cometer suicidio por interés propio es un acto ilegal que está penado con cinco años de cárcel. Pero la ley no dice nada a propósito de quien asiste de manera desinteresada a un suicida que tiene su raciocinio intacto y desea quitarse la vida porque sufre una penosa enfermedad incurable. La ley no dice nada y la costumbre dice que se trata de un acto humanitario. En el Reino Unido la asistencia al suicida está completamente prohibida. El año pasado, una mujer llena de coraje llamada Diane Pretty pidió permiso al juez para que su marido la ayudara a morir. Pero el juez británico falló que la ley no le permitía a su marido ayudarla a morir. El Tribunal Europeo ratificó esa sentencia y Diane murió poco después por causas naturales.

Reginald Crew ha preferido sortear esa prohibición viajando a Suiza. No es el primer británico que lo hace, pero sí el primero conocido. En octubre pasado otro británico de 77 años cometió suicidio con la ayuda de Dignitas, pero su identidad no fue revelada.

Casado y padre de dos hijas, Reginald Crew se enteró de la existencia de Dignitas viendo un programa de televisión. "Estaba viendo ese documental y pensé que esa era mi última oportunidad. Hacer eso es el último regalo que puedo recibir en mi vida", declaró en diciembre pasado. "El solo hecho de levantarme por la mañana es para mí como una carrera de cuatro millas. El ver a mi familia cuidando de mí me está matando y el tener que vivir así también me está matando. Lo único que quiero es irme de la tierra", añadió.

A su mujer Win no le importa quebrantar las leyes británicas al viajar a Zúrich acompañando a su marido a cometer suicidio. "He llegado al punto de que la vida es tan mala que, incluso si me meten en la cárcel cuando vuelva, ya no me importa", declaró también ella a finales del año pasado.

No es infrecuente que la familia acompañe al suicida en sus momentos finales. "Normalmente están muy tristes por la pérdida de un ser querido", explica el doctor Minelli. "Casi nunca ponen objeciones, pero incluso si lo hacen no sirve de nada porque los familiares no tienen el poder de parar el procedimiento: es un acto individual de la persona que quiere morir", añade el fundador de Dignitas, una de las varias asociaciones que asisten a las personas que quieren cometer suicidio por voluntad propia y de manera reflexiva en Suiza.

La Asociación Dignitas fue fundada el 17 de mayo de 1998 en Forch (cantón de Zurich). No tiene fines de lucro y trata de asegurar a sus miembros una vida y una muerte digna, valores a los que todo ser humano tiene derecho. La cuota anual de los miembros es de 25 francos suizos, unos 35 euros. Dignitas está abierta a todas las personas mayores de edad, incluso si no están domiciliadas en Suiza o son de otra nacionalidad. Pero, por razones jurídicas, la asociación sólo puede ofrecer su ayuda dentro del territorio de Suiza. En Internet dispone de la página www.dignitas.ch.

Dignitas no pertenece a la Federación Mundial de Asociaciones pro Derecho a Morir Dignamente, fundada en Oxford (Gran Bretaña) en 1980, a la que, entre otras 37 organizaciones nacionales, pertenece la española Derecho a Morir Dignamente (DMD). Esta asociación, que preside el filósofo Salvador Pániker, ya ofreció a sus socios en un boletín interno de 2002 una muy amplia información sobre Dignitas.

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