_
_
_
_

Mil personas se ven obligadas cada día a huir de su casa en Colombia

El ACNUR denuncia la situación de los desplazados internos

Colombia vive una de las situaciones más graves de desplazados internos del mundo. Cada día, casi mil personas tienen que abandonar sus hogares, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). En el Magdalena medio la Unión Europea financia proyectos para frenar el éxodo interno. "Ser desplazado es muy duro", dijo Gerardo Campo a Rudd Lubbers, jefe de ACNUR.

Fue un diálogo en una casa de tablas y cartón, en Barrancabermeja. El barrio es una franja estrecha de tierra, entre un brazo del río Magdalena y la ciénaga. Los desplazados, que han llegado "desde épocas remotas" a esta población petrolera, epicentro de la conflictiva zona del Magdalena medio, instalaron sus casuchas en rellenos, espacio robado a la ciénaga.

Colombia tiene más de dos millones de desplazados internos. Esto ha generado una grave crisis humanitaria. El 62% de los desplazados son mujeres y niños; un millón son menores de 18 años. "Los niños desplazados son rechazados, se les mira mal, se les señala de violentos", relata un maestro que participa de un programa pedagógico, apoyado por ACNUR, que les capacita para entender el drama de los pequeños.

En el Magdalena medio, 27 municipios en pleno centro del país, hay unos 40.000 desplazados. Es una zona en disputa. Los paramilitares están en el llano, cerca del río Magdalena; la guerrilla, en la montaña. La mayoría de los desterrados han buscado acomodo en Barranca y están asociados. "Han sacrificado todos nuestros líderes", confiesa Bartolo un hombre moreno, fuerte, dirigente de una asociación de los desplazados en Barranca. Se queja de falta de apoyo oficial: "Nos hemos parado [levantado] con nuestro esfuerzo".

Graciela pertenece a la asociación. Con tres mujeres más montaron una fábrica de helados. "Soy desplazada hace tres años. Dejamos la casa, las mulas, la motosierra, las cosechas y 60 gallinas", recuerda. No puede contener las lágrimas: "La guerrilla quería que mis hijos y mis nueras tomaran las armas y se fueran con ellos y preferimos huir". Graciela y sus compañeras, a las que los paramilitares les dieron apenas horas para abandonarlo todo, viven con temor en Barranca . La ciudad esta bajo control paramilitar. Armados y a veces uniformados, vigilan sus calles, dan órdenes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_