Chávez amenaza con castigar a los bancos que se sumen a la huelga
El Gobierno venezolano amenazó con sanciones a los bancos privados que se sumen a la huelga general contra la presidencia de Hugo Chávez. La banca nacional trató hasta ahora de navegar entre dos aguas y abre sus puertas en horario restringido. Si las cierra definitivamente, la huelga adquiriría especial gravedad al colapsar el sistema financiero.
La protesta comenzó el día 2 de diciembre, paralizó el sector petrolero, se acompañó de batallas campales, muertos y heridos, y entró en una guerra de desgaste sin solución a la vista. "Los banqueros podrían sumarse mañana al paro. ¿Qué respuesta tienen ustedes a eso?, le preguntó un periodista a José Vicente Rangel, vicepresidente del Gobierno. Ésta fue su respuesta: "Advierto que si la banca se lanza a un paro hay medidas ya concebidas y estudiadas por el Gobierno para una respuesta contundente a los banqueros".
La situación de los españoles BBVA y SCH, con fuerte presencia en Venezuela y cerca de 1.500 millones de euros en títulos públicos venezolanos, es comprometida. La oposición pide la adhesión a la huelga de la banca; también pide apoyo el Gobierno, su principal cliente, pero cuya solvencia financiera para cumplir con los compromisos se redujo por la crisis. Ambas partes presionan sobre la dirección y las plantillas de los bancos para lograr o impedir que se integren, a fondo, en la huelga, parcial en el sector comercial pero demoledor en la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
El dilema de los banqueros
El dilema de los banqueros es importante. El 40% de los activos de la banca venezolana, de acuerdo con analistas económicos, están vinculados a los créditos a la Administración: le prestan al 30% o al 40% de interés, sin impuesto sobre la renta, y el negocio es redondo. La deuda pública se multiplicó. El Gobierno "sigue siendo la gallina de los huevos de oro", según una fuente española, y "enfrentarse a él es temerario. También lo es ignorar a la oposición porque aquí puede pasar cualquier cosa".
El agravamiento de la confrontación política endureció a los extremos, dispuestos a acentuar el conflicto para lograr concesiones del contrario. Los muertos oficialistas del pasado viernes, durante la batalla campal en las inmediaciones de la Comandancia General del Ejército, exaltaron a los bolivarianos, que exigieron a Chávez una arremetida sin contemplaciones. El presidente compareció la noche del domingo en una cadena de radiotelevisión para pedir a la justicia que actúe contra la Policía Metropolitana de Caracas, a las órdenes del opositor alcalde Alfredo Peña, a la que culpa de la muerte de dos simpatizantes del Gobierno durante el cruce de disparos del viernes. "Tengan ustedes la plena seguridad de que no me temblará ni la mano derecha, y mucho menos la izquierda", agregó, "para tomar las decisiones que tenga yo que tomar para garantizar que aquí se imponga finalmente la constitución y las leyes".
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